viernes, 31 de octubre de 2014

CARTAS A SANDRA




En el pasado año de 2013, allá por el verano, ya dije algo de Vergílio Ferreira, autor al que he leído mucho y me parece uno de los grandes, mayor incluso que Saramago que me parece un poquito cargante salvo en algunos cuentos que me parecen fantásticos. Cartas a Sandra es un libro breve, pero lleno de esa prosa que tiene una gran hondura, que te hace disfrutar como de un buen licor. Para vino de cartón ya tenemos la novela actual española de la que se salva esa avis rara que es Jesús Carrasco. Yo, para leer  buena novela, me cruzo la frontera y allí me están esperando Torga, Ferreira o Peixoto. Que no sólo de bacalhau à Brás vive el hombre.

LOS CUENTOS DE DON AMÓS





De don Amós de Escalante ya llevo hablado aquí bastante en este blog. Primero de sus versos (por cierto, aún me queda por leer y comentar la fantástica introducción de don Marcelino Menéndez y Pelayo que leeré en noviembre o diciembre) y luego sus Costas y montañas, la que él consideraba su obra maestra. Le tocan ahora el turno a unos cuentos , bocetos y cuadros que el santanderino fue publicando en la prensa de la época y que nos dan idea de su gran calidad literaria que elogiaba, por ejemplo, Pereda. Esta colección de relatos breves la ha publicado la Universidad de Cantabria y es una edición cuidada hasta en el papel que, si no me equivoco,  es verjurado, pero en la que no faltan erritas, perdón, erratas. Sin embargo, la editora María Luisa Pérez Bernardo, que hace una espléndida introducción, no traduce bien del andaluz. Y así, por ejemplo, Salao, cara de rosa, vengaste a gastar media librita le dice una flamencona buñolera al gachó que pasa. Y Pérez Bernardo lo “traduce” por “Salado, cara de rosa, viniste a gastar media librita”. Y no, uno que se abaja desde la cátedra al pueblo, sabe que ahí la buñolera está diciendo: Salao, cara de rosa, venga usted a gastar media librita porque el vengaste de Escalante es una fusión de venga + usted que suena más o menos vengasté en el andaluz de Sevilla que es el intenta copiar con su oído norteño don Amós. Por cierto,  que aún estamos a tiempo para declarar al andaluz lengua cooficial en el Estado español. ¡Ojú, la Macarena!

JOSÉ EMILIO PACHECO


Hacía mucho tiempo que no sentía este golpe en las entrañas al leer un poeta y, ayer por la tarde, lo he vuelto a sentir tras la lectura atenta y apasionada de José Emilio Pacheco. Reconozco mi incultura porque compré su antología En resumidas cuentas por conocer el premio Cervantes del 2009 pues  nada había leído de él. Y el libro se quedó en la estantería hasta cuatro años y ocho meses después en que me “ha dado” por leerlo. ¡Bendita lectura que me ha hecho conocer a un grandísimo poeta y ante el que tan sólo puedo exclamar, como San Agustín, sero te inveni, ¡tarde te encontré!. Si hace años la lectura de Jaime Sabines, al que descubrí gracias a María Ángeles Valencia y a Pedro Tomé, abulenses mexicanizados, en este octubre los versos de Pacheco me han hecho degustar una poesía de la que hacía tiempo que no gustaba. Os copio el poema más conocido entre la juventud mexicana: ALTA TRAICIÓN

 

No amo mi patria.

Su fulgor abstracto

es inasible.

Pero (aunque suene mal)

daría la vida

por diez lugares suyos,

cierta gente,

puertos, bosques, desiertos, fortalezas,

una ciudad deshecha, tris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

montañas

-         y tres o cuatro ríos.

-          

 

PIERROT LUNAIRE




Resulta que, hace unos años, Alberto Ruiz Gallardón, entonces Alcalde de Madrid, montó una perfonmance o como se diga, para escuchar en la Puerta del Sol el Pierrot Lunaire de Arnold Schönberg. En esa pomada estaba su amigo y poeta Luis Alberto de Cuenca que no se pierde una ( y hace bien) y ahora el poeta madrileño del barrio de Salamanca nos ofrece una muy buena y cuidada traducción de los poemas de Giraud que dieron pie, según nos documenta de Cuenca, a los poemas en alemán sobre los que Schönberg compuso su música. Luis Alberto, con el que me une nuestra común afición a Schwob y el que ambos somos del barrio de Salamanca (que Pablo Iglesias no nos lo tenga en cuenta) y filólogos clásicos, hace una excelsa edición en francés y en alemán y una gran traducción al castellano. Yo, a de Cuenca, lo leo desde aquella Antología de la poesía latina que publicó en Alianza con Alvar en la que, por cierto, dijo en una ocasión que había deslizado un poema propio que jamás he descubierto. Por favor, amigo de Cuenca ¿cuál era el poema? Espero que me saques de dudas alguna vez. Ah, y Giraud era un poeta belga que me pongo a escribir y se me va la pinza. En este poema, hay mucho ajenjo y mucho vino y, al final, una borrachera de luna. Bueno, si tan sólo es de eso.

 

BORRACHERA DE LUNA

 

El vino que por los ojos se bebe,
a raudales verdes de la luna mana,

y emerge como marejada

 

los horizontes silenciosos.

 

Dulces consejos perniciosos,

 

en el filtro nadan en tropel.

 

 

El vino que por los ojos se bebe

 

a raudales verdes de la luna mana.

 

 

El Poeta religioso

 

del extraño ajenjo se emborracha

 

aspirando, hasta aturdirse,

 

y alzando su embelesada cabeza a los cielos,

 
el vino que por los ojos se bebe.
 

sábado, 25 de octubre de 2014

ENTRE PORRETE Y PORRETE, UN AULLIDO





Creo que fue en este verano pasado cuando me leí a Kerouac y su libro sobre la carretera. La generación Beat la tenía un poco descuidada y la lectura de Kerouac y de tanto viaje me fatigó un poco pues yo ya me encuentro como el senex veronensis del que publiqué, ha poco,  una entrada en este blog. Leyendo a Félix Grande – del que ya hablaremos- vi que tenía una laguna importante con Allen Ginsberg pues nunca había leído su Aullido. Ni corto ni perezoso me puse a ello y bueno, qué os voy a decir, como yo ni bebo tequila ni me fumo la marihuana en barra libre ni he probado el peyote pues lo que me cuenta me parece algo lejano en el espacio y sobre todo en el tiempo. Sinceramente, creo que la Generación Beat está un pelín pasada, pero que cumplió una función importante: denunciar las injusticias de la sociedad norteamericana. Es decir, que,  entre porrete y porrete, se dedicaban a denunciar lo que estaba mal en los EEUU cosa que ahora se echa de menos en la juventud actual que, entre porrete y porrete, se quedan con los ojos en blanco y en actitud de ahí me las den todas. A mí, como modesto poeta de esquinas y valles, me llama la atención que el libro lleve impreso un millón de ejemplares y me hago las cuentas de la lechera: si mi “Antifonario”, del que recibo cuatro euros por euemplar se vendiera tanto, me ganaría unos cuatro millones de euros con los que podría comprarme un apartamentillo en Rovacías (Comillas), un caballo bayo, pagar el pupilaje del equino y…¡en fin! para qué seguir si mi cántaro ya se ha rodo antes de salir de casa.

 

 

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura.,

hambrientas, histéricas desnudas,

arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca

de un colérico pinchazo,

hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión

celestial con la estrellada dínamo de la maquinaria nocturna (…)

 

¡Ay, lo que hace el peyote!

CASTA DE HIDALGOS






He vuelto a delinquir leyendo a Ricardo León. Como veis, no me enmiendo y sigo con mis gustos raros erre que erre. Esta vez ha sido Casta de Hidalgos, esa novela ambientada en Santillana del Mar, que, como dice el tópico, ni es llana, ni es santa, ni tienen mar.  Pero a lo que vamos. Don Jesús de Ceballos es hijo de un viejo hidalgo y un buen día, este joven se marcha de Santillana para dilapidar su vida entre la literatura y vida bohemia. Pero, un buen día, regresa al pueblo que le vio nacer que León lo pinta como una especie de Brujas la muerta, con monasterios y palacios en los que la ruina es su moradora y allí lleva una vida triste, llena de amores y de dolores. Me encanta la conversación con don Elías, el sacerdote de Santillana, y esa personalidad típica de artista que tiene Jesús con muchas de cuyas “neuras” me identifico. Recién leída Don Gonzalo Gonzalo de la Gonzalera de Pereda, la prosa de León me parece menos potente que la del maestro cántabro, pero en nada desdeñable. Ricardo León era un buen escritor que contó con la amistad de Unamuno y al que Cela, al principio de su carrera, pidió consejo. Yo os diría que no os dejarais llevar por prejuicios estúpidos y que leyerais algunas de sus obras que os siguen esperando en aquella colección Austral que tenían completa en la librería Pérgamo, la librería de mi infancia y de mi adolescencia, allá en la calle General Oráa  del madrileño barrio de Salamanca.

 

LOS TORTONES DE MOSTO






¿Qué bien saben y qué ricos están, en estas tardes de octubre, los tortones de mosto que se venden en los pueblos de la Tierra de Medina! Al morderlos, se nos viene al paladar todo el sabor de esos mostos recién vendimiados, de las uvas maduradas con los soles del verano y pintadas por el sol que llaman del membrillo. Basta con ir a Matapozuelos o a Olmedo para comprar en las panaderías estos bollos que huelen a la gloria de los sobrados en donde maduran las manzanas y los membrillos. Los golosos recorremos estos santos lugares y  degustamos estos prodigios de la sencilla repostería castellana. Luego la báscula – el confesionario de nuestros pecados, la llamaba don Julián Marías – nos dará una sorpresa y diremos que se ha debido de estropear porque es imposible que pesemos lo que dice la pantalla digital. Pero es que ya no recordamos el sabor humilde y sencillo de esa maravilla que se llaman Tortos o Tortones de mosto.

LOS MEMBRILLOS DEL PICO DEL ÁGUILA




¡Ya están en nuestra cochera madurándose los membrillos! Los fuimos a buscar una tarde de finales de septiembre y fue una alegría ir todos juntos a l Pico del Águila para recogerlos. Ya los ha hecho Sonia y ya están preparados para que nos endulcen el otoño y el invierno con su carne prieta y tersa. No hay otoño sin membrillos por eso participo a todos de esta alegría y, si pudiera, colocaría en esta página del blog un trocito de tan dulce manjar.

 

lunes, 13 de octubre de 2014

HUGO VON HOFMANNSTHAL






También en septiembre, ese mes del que decía Gloria Fuertes que era un velero, hemos leído a Hugo von Hofmannsthal en una traducción de Fruela Fernández pulcra y acertada. Es interesante este poeta austriaco, libretista de Richard Strauss y poco conocido en España por su obra poética que no fue muy larga pues él mismo, en su famosa Carta a lord Chandos, ponían fin a su producción poética al explicar en la carta que el poeta siente una sensación de extrañeza ante la incapacidad de aprehender el mundo que le rodea. Creo que eso le pasa a cualquiera que intenta escribir poesía, que siempre se queda por debajo de lo que quiere expresar y que siente al mundo como algo, en el fondo, inefable. La belleza siempre va más allá de la realidad que describimos y  ese algo misterioso  nos produce en ocasiones desasosiego.  En sus poemas primeros encontramos la melancolía y la ebriedad de la muerte del decadentismo vienés. En un lejano artículo de 1976, en el diario El País, Carlos Gurméndez lo llamaba “un Calderón vienés” refiriéndose, como es lógico, a su obra teatral. Os copio un fragmento de este poemario leído en el incipiente otoño, que es una antología de sus poemas y que se llama Para un dios no nacido.

 

 

Añoranza sin nombre

lloraba silenciosa dentro de mi alma,

lloraba por la vida como aquel

que llora en un navío de enormes velas amarillas

al caer la tarde, cruzando aguas oscuras,

mientras pasa de largo ante la ciudad,

la ciudad de sus padres. Y ve las callejuelas,

oye el murmullo de las fuentes,

siente el aroma de las lilas.

Y se ve a sí mismo,

un niño parado en la orilla – con ojos

de niño, temerosos, a punto de llorar-

que ve, tras la ventana, luz en su habitación.

Pero sigue el navío hacia delante,

llevándole por las aguas oscuras

con sus enormes velas, amarillas y extrañas.

LA CHAQUETA DE CUERO DE JOSÉ DÍAZ



Mi abuela Patro, tan citada en este blog, hablaba siempre de las chaquetas de cuero que llevaba un amigo de casa que, durante la guerra, había sido de las huestes de José Díaz, el que fuera Secretario General del PCE desde marzo del 32 a marzo del 42 , cuando le sustituyó Dolores Ibarruri. Panadero de profesión, Díaz comenzó en la CNT y, en 1923, se unió al PCE. Su hermana y su mujer fueron fusiladas en la represión que llevó a cabo en Sevilla el vallisoletano Queipo de Llano. Enfermo de cáncer fue operado en Leningrado y se trasladó a Tiflis, ciudad en la que nació Stalin, en donde murió, suicidándose, cuando, al no poder aguantar el dolor que le ocasionaba el cáncer, se tiró desde una ventana del hospital en donde se le intentaba curar su dolencia. Durante mucho tiempo se pensó que este suicidio había sido un asesinato ordenado por Stalin debido a unas discrepancias con el “padrecito de los pueblos” que no se andaba con chiquitas con los discrepantes. Sin embargo, en 1990, cuando se desclasificaron los documentos del KGB, se vio que don José Stalin no había tenido que ver en su muerte. Una más o menos entre los millones que asesinó no creo que le hubiera importado mucho a Stalin.  Su cuerpo fue repatriado a España en 2005 y es hijo predilecto de la ciudad de Sevilla. Lo que no acabo de entender muy bien es  por qué le importaba tanto a mi abuela, que era de derechas de toda la vida y cuyo padre había votado a la CEDA, el susodicho José Díaz. ¿Sería por las muy relucientes chaquetas de cuero que llevaban los líderes comunistas?  ¡Ay, las mujeres¡

LAS TÉMPORAS



Hace unos días, el  6 de octubre, fueron las témporas, un tiempo para dar gracias a Dios por los beneficios recibidos y un tiempo también para pedir por las nuevas cosechas. En realidad, la Iglesia sustituyó las fiestas paganas de la vendimia, la cosecha o la siembra, por estas fiestas – ferias mayores – en las que, como ya dijimos unas líneas más arriba, se da gracias y se pide por las cosechas pasadas y futuras. Otras témporas son las de San Vicente de la Barquera, villa cántabra que emplea las témporas para tratar de predecir el tiempo que hará en cada una de las estaciones siguientes. Ya sabemos que las predicciones a largo alcance no tienen mucha fiabilidad, pero, al igual que las cabañuelas, este método tuvo gran predicamento en el campo y, claro, también están los que confunden el culo con las témporas. Pero, de esos, es ya mejor no hablar.

domingo, 12 de octubre de 2014

EL CARABINERO DE IBARDIN



Eran los años cuarenta tan duros en España. Eran los años del hambre y del racionamiento. Eran los años de los ojos hundidos por la pena. Un guardia de fronteras del antiguo cuerpo de carabineros, que ese día estaba cumpliendo su servicio en Ibardin (Navarra), recibía un cargamento de wolframio, un mineral de gran importancia para la Alemania nazi pues era usado en  la aleación del acero y en las construcción de armas. Sobre la mesa del puesto de Ibardin, un fajo de billetes. El guardia ve en esos billetes la cara de su mujer y de su hija; ve su dignidad y su honradez y rechaza el dinero. Ese guardia, sobrio castellano de Boecillo que tenía en estima su honra al igual que sus antepasados,  se llamaba Luis Platón Villafruela y era mi abuelo.

 

O FIN DUN CANTO





Xa había tempo que non leía en galego e ainda mais que non escribía así que pensei que era bó retomalo da man de Méndez Ferrín, o poeta ourensán de Vilanova dos Infantes. O fin dun canto é un libro cheo de grandes encontros literarios e o poeta nos leva dende os petrogrifos de Mogo o as praias de Lapamán ate Joachim du Bellay, o grande poeta francés. Eu tiña lido moitas cousas dil e non me arrepinto de ter lida esta obra . Sempre foi bon poeta o que foi direitor da Real Academia da Lingoa Galega e Con polvora e magnolias é un bon exemplo. O que pasou na Academia non vou contalo que é cousa que o leitor, se quere, descubrirá pola sua conta.

Ahí vai un poema adicado ao petroglifo de Mogor, tan querido por min.

 

Barco de estar antano

padra solar e escrita da ledicia

cifra para ser aló

e relato do mais segredo e escuro

do bosco

pegadas en tropel contra o recanto derradeiro (...)

 

 

ALFONSO UND ESTRELLA






Alfonso y Estrella no será la mejor ópera del mundo, pero tiene un no se qué que queda balbuciendo que encandila. Será el tema romántico del depuesto rey Fruela y su odio por Mauregato el usurpador y el amor, más que tópico, que surge entre los protagonistas hijos de los reyes antagonistas; será esas escenas de caza a lo Weber que siempre alegran el corazón; será que ocurre entre León y Asturias, pero lo cierto es que el argumento, repito, sin ser gran cosa, lo he seguido con interés y hasta con pasión. Si a lo que digo le unimos unas voces excepcionales – Edith Mathis o Fischer- Dieskau entre otros- quizás vayamos comprendiendo el porqué de mi interés por esta obra de Schubert . Sin embargo, hay algo que no puedo dejaros de contar: la escena del perdón entre  Froila o Fruela y Mauregato que dice como sigue:

FROILA
¡No soy un espíritu, soy yo en carne y hueso!
¡Levántate y escúchame!
Vengo a perdonarte,
el odio ha quedado atrás.

MAUREGATO
¡Cuanto agradezco tu magnanimidad!
¡Eres grande y bondadoso!

FROILA
¡El amor ha florecido, renueva tu coraje!
Ya he sido suficientemente vengado,
ya expiaste bastante tus culpas.

AMBOS
Es la suprema alegría
que este mundo nos ofrenda
cuando abrazando al enemigo
todo lo perdonamos con amor.


Y se abrazan y todos felices. Lo de las perdices no lo digo porque ya está muy visto.

 

EL ELEGIDO PAPA GREGORIUS




Hay novelas que te arrastran en su lectura y por las que andas como un trapero del tiempo (Marañón dixit) buscando ratos para terminar esa lectura que te embebe hasta lo más hondo. Así con el El elegido, una excelente novela de Thomas Mann que me recomendó Paco Hernández Ovejero, mi amable compañero de Historia que también es un gran melómano. Hacía tiempo que no leía una novela tan impresionante, tan bien narrada, tan bien trabajada, tan perfecta y tan hermosa. Basándose en un cantar de que narra la vida del papa Gregorius, el Edipo cristiano, Mann hace una obra de arte. Bastaría con el comienzo, con esas campanas que tocan supra urbem  para llevar la novela al Olimpo de la bendición literaria. Pero es que a cada página la novela sorprende hasta el punto de que la propi a Sibila dice en la página 350 “que ya no le extraña a una ni lo más extraño”. Por si esto fuera poco, el tema del perdón divino y humano (que procede del divino) está presente en el sustrato de la obra. Así habla el papa Gregorius en la página 347: “ ¿No os ha dicho nunca nadie que haya estudiado a Dios que Él acepta el verdadero arrepentimiento como penitencia por todos los pecados y que el hombre cuyos ojos se humedecen por un arrepentimiento de corazón, aunque sea sólo una hora, por más enferma que esté su alma, se salva?". Bellísimas palabras de un Dios todo perdón cuyo oficio es perdonar. Leedla, por favor, porque la novela no os soltará. Cosas de la gran literatura de los grandes genios como Mann que, tras escribir estas maravillas, podían fumarse un puro como el de la foto.