Tenemos
en griego clásico un verbo que es εἴδω que significa ver. Su perfecto es οἶδα que se traduce por “he visto” o “tengo visto”,
expresión que nos resulta extraña a los castellano hablantes, pero no a los
luso falantes o galego falantes que
tienen en sus lenguas el perfecto con tener + participio: teño/tenho visto. Y,
cuando algo lo tienes visto, lo conoces, lo sabes de memoria. Por eso, esta
forma de perfecto del verbo εἴδω se traduce en griego por sé, es decir, lo sé
porque lo “tengo visto”.
Pero fijaos bien en el primer verbo
porque de él nos viene la palabra εἴδωλον
que, a su vez, nos da en castellano ídolo (imagen a la que adoramos) y
por la que podemos caer en la idolatría, del griego λατρεία, adoración Sin embargo, no queda aquí
la cosa pues también, partiendo de εἴδωλον
llegamos a idilio que es un diminutivo de
εἴδωλον. ¿Un idilio mezclado con un cuadrito o imagencita? Pues sí
porque durante el helenismo muchos
pintores gustaron de pintar unos cuadritos en los que se representaban escenas
amorosas: eran los idilios. Y así, por metonimia (una parte por el todo) se acabó
denominando idilio a una escena de amor, precisamente la escena de amor que
representaba el “idilio” que ya os he dicho que, en griego, significa “cuadrito”.
Como veis, una clase de griego da para
mucho y, sobre todo, aporta a los alumnos un conocimiento de la lengua mucho
más preciso. Sin embargo, no vamos a hablar de por qué las leyes educativas de
un bando y del otro se esfuerzan por borrarlo del mapa. ¿Quizás tiene miedo de
que las gentes que los votan conozcan con precisión el sentido de las palabras
que ellos manipulan y envuelven con excipientes retóricos, dicho con palabras
de Amando de Miguel? Es posible que por ahí nos vengan los tiros.