En
el muy documentado libro Trahamunda, a santa
de Poio, leo algunas posibles etimologías para su nombre y quiero
compartirlas con vosotros. Este libro, publicado por el monasterio pontevedrés,
está compuesto por dos artículos, uno del padre Gumersindo Placer López y otro
del padre José Crespo Pozo, más un romance sobre Trahamunda del padre
mercedario Luis Vázquez Fernández. Vamos a ver las etimologías.
El gran padre Sarmiento decía que el
nombre de Trahamunda debería escribirse Tramunda que es una forma sincopada de
Trasmunda que nos lleva a pensar no en “el
otro mundo”, sino como afirma Gutierre
Tibón, a un origen germánico con las
palabras “thas” y “mund” que vendrían a significar “protección rápida”. No está
mal ideada la etimología porque la santa recibió, en su presidio cordobés y
ante las numerosas oraciones, una protección rápida que la hizo salir volando
agarrada a una palmera de la ciudad del Guadalquivir. Sin embargo, desde que un servidor era un
joven estudiante y tuvo la fortuna de leer a don Álvaro Cunqueiro en su guía de
viajes Pontevedra, Rías bajas, creo
que Trahamunda debe de conservar esa “hache” que la remite al gerundivo del
verbo latino traho, arrastrar o
llevar. Trahamunda sería pues “la que debe de ser llevada” y esa definición
cuadra muy bien con la santa de Poio que, como sabéis y repito, fue llevada por
los aires agarrada a una palmera desde la Córdoba califal, en donde penaba como
esclava, a su querido Poio. Sé que no
está el mundo para estos temas, pero alguien lo tenía que decir. Por cierto, se
me olvidaba. Mi muy querido don Ramón Cabanillas, el gran vate de Cambados,
propuso en su día nombrar a Trahamunda patrona de la aviación española. Desde
luego, razones no le faltan a la santa pontevedresa que se hizo un “vuelo” Córdoba – Poio sin recurrir a ningún billete low cost ni otras garambainas. Yo creo
que se debería volver a proponer y que Iberia tome alguna decisión al respecto
aunque, si se me permite una nota de humor, también podría ser patrona de los
flamencos. Lo digo por lo de “volando voy, volando vengo y por el camino no me
entretengo” que nos cantaba el Camarón de la Isla. En fin, que la santa de Poio
me perdone y me dé su absolución.