Todavía
quedan por ahí algunos vestigios que el Franquismo dedicó a conmemorar los 25
años de paz. Así por ejemplo, tenemos el Hospital de La Paz en Madrid o la
antigua Avenida de la Paz que es hoy la M-30. Corría el año 1964, con Fraga al frente del Ministerio de Información
y Turismo, y España se llenó esculturas, placas, barriadas, colegios y calles
que celebraban los “25 años de paz”. Fraga, que era un personaje muy
inteligente, cambió la Victoria por la Paz en un acertado modelo en el que presentaba
al régimen de Franco como pacificador. Bueno, esto que acabo de contar es
archisabido, pero de lo que os quiero hablar es de cómo veinte siglos antes, el
emperador Augusto hizo algo muy parecido. Veamos primero el caso de España.
Nuestro país había tenido un siglo XIX
funesto con tres guerras civiles, revoluciones, invasión francesa, pronunciamientos,
los Cien Mil Hijos de San Luis y un final apocalíptico con la guerra de Cuba y
Filipinas y la pérdida de las colonias en 1898. Entre medias andaba también la
Guerra de África y muchas, demasiadas, guerras políticas. El siglo XX tampoco
comenzaba bien pues continuaba las guerras en norte de África, una sangría,
nunca mejor dicho, de jóvenes que mejor hubieran
servido para trabajar en las fábricas o labrar los campos. Por si fuera poco,
hay que añadir la Semana Trágica de Barcelona, magnicidios, una Segunda
República turbulenta con una Revolución de Asturias que se saldó con muchos
muertos y una Guerra Civil que, como todas las guerras civiles, fue de extrema
crueladad. A partir del año 1939, España entró en un periodo de “paz” que puede
ser muy discutido (de ahí las comillas), pero en el no se encuentran guerras, revoluciones o magnicidios.
Era una época de paz en la que los españoles empezaron a recibir las ayudas americanas
a cambio de las bases aéreas de Torrejón, Rota y Zaragoza. La gente se compraba
su “seiscientos”, salían a comer los domingos a lña “sierra” y podían veranear
como los ricos. Sí, es verdad que muchos españoles tuvieron que emigrar y que
la libertad política brillaba por su ausencia, pero como en el verso de Aquilino
Duque “ Franco era eterno y la gente feliz”. A esto habría que matizarlo mucho,
pero lo que no le pueden negar los historiadores es que el del Ferrol creo una clase media que es el “colchón” más
eficiente para revoluciones y enfrentamientos.
En Roma, también habían tenido un siglo I a. de C. muy
convulso con varias guerras civiles, una república que se venía abajo porque
había sido pensada para una polis y
no para medio mundo conocido y una situación política también llena de
turbulencias en las que no podemos entrar. Y, finalmente, tras la batalla de
Accio, llega Augusto y trae la PAX. Además, Augusto promovió un rearme moral de
Roma como Franco promovió un rearme moral (con la moral nacional católica,
claro) en la España de la posguerra. La famosa Pax Romana se extendía por
el mundo y los romanos agradecían
poderse dedicara a sus campos (un romano como un americano actual, siempre era
un campesino), a sus familias y a vivir la vida. Augusto pensó que era el
momento de unos Ludi Saeculares que
se celebraban cada 110 años. Los anteriores habían tenido lugar en el año 140
a. C y los del 49 a. C no se pudieron llevar a cabo por la Guerra Civil. Los Libros
Sibilinos decían que se tenían que celebrar cada 110 años tal y como hemos dicho antes, pero, en este caso,
hasta los cometas se pusieron de parte de Octavio pues los arúspices y augures
pensaron que el cometa que había surcado el cielo de Roma indicaba que ya iba
siendo hora de celebrarlos. Para la performance, Octavio Augusto echó la casa
por la ventana y hasta el mismo Horacio, hombre
del régimen, recibió el encargo de un Carmen
saeculare. Y tampoco faltaron los monumentos como el conocido Ara Pacis que ilustra esta entrada.
Ya veis como la historia tiende a repetirse
y cómo la Cultura Clásica, tal y como les digo a mis alumnos, sirve para
reflexionar sobre nuestra propia historia pues no es sólo hablar de lo pasad o
sino ver el presente reflejado en lo que ocurrió en Grecia y Roma.
En España tuvimos a un poeta (no lo conozco
de nada) que escribió un poema sobre los 25 años de paz y que se lo entregó a
Franco en San Sebastián, en el Palacio de Ayete para ser más exactos. Se llamó Felipe Juan Lorenzo. Pero de ese
poeta, si bien os parece, hablamos en otra entrada de este humilde blog.