A
mi abuela Patro le gustaba mucho leer y uno de sus escritores favoritos era
Vicente Blasco Ibáñez. Gracias a ella leí Cañas
y Barro, La Barraca y Arroz y tartana que TVE convirtió en series de justa fama en la
historia de la televisión. Hace poco, mientras explicaba a mis alumnos la toma
de Sagunto en Cultura Clásica, supe (para que digan que enseñando no se
aprende) de la existencia de una novela de Blasco Ibáñez en la que se se tomaba como base este hecho histórico.
Picado por la curiosidad, me la compré de viejo y, con una cierta reticencia
por un escritor de “masas” (el mal del intelectual que, como sabéis, padezco)
me dispuse a leerla. Desde el primer momento me cautivó la prosa de Blasco que
no era como las de las obras que os he mencionado sino una prosa hermosísima, con
un aliento épico inigualable y con una
belleza que superaba lo esperado con creces. Ha sido la gran alegría literaria
de este mes de febrero con sus pasajes de enorme calidad literaria que jamás
podré olvidar. Servidor, en esta tarde de febrerillo loco en la que ya los
almendros han florecido, os la recomienda. A los muy lectores, como el propio
Blasco dice en el prólogo (que siempre hay que leer por muy español que se sea)
os recordará a la Salambó de
Flaubert, esa maravillosa novela histórica ambientada en Cartago del escritor
de Madama Bovary de la que Paco Umbral decía en sus escritos que se le había
ido la mano. Siempre me ha parecido Umbral casi mejor crítico literario que
escritor pues acabó siendo un personaje y mató al literato que llevaba dentro,
pero no pensé nunca que al francés se le fuera la mano en tan bella novela.
Cosas de gustos.
No quiero entreteneros más. Si queréis
una buena novela histórica, leed Sónnica
la cortesana. Os encantará. Y eso os lo dice uno que no es amante del
género pues considera que una novela, ante todo, tiene que ser novela y luego,
histórica.
Yo creo que me habéis entendido aunque
con esto de la LOGSE y La LOMLOE nunca se sabe del todo.
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