Estas chicas de la CUP son muy, pero que muy
antiguas. Digo esto porque en esta semana han dicho que la mujer tiene que
socializar su Cuerpo y tener varios hijos con varios hombres y criarlos luego
en comuna. Y lo han dicho pensando que son unas tías modernas, progresistas,
liberadas. Y no es así. Resulta que mi abuela Patrocinio tenía una vecina que
era del Partido Comunista y que en los años de la República los “invitaba” a
los mítines de la vizcaína. En aquellos mítines, por ejemplo en el Cine Salamanca
en Conde de Peñalver, Pasionaria decía algo parecido: “Mujer, socializa tu
cuerpo y no tengas a tus hijos con un solo marido”. Es más, recuerdo una
pintada en el camino de El Tranco, en mi Pedriza infantil, que también rezaba
así y se invitaba a la mujer a que socializara su cuerpo. Chicas de la CUP, no
sois nada modernas; es más, nos queréis vender una mercancía que ya tiene más
de setenta años. Os digo con todo el cariño que nihil novum sub sole, es decir, que no hay nada nuevo bajo el sol.
( Lo he traducido porque esas lenguas de Ana Bolena y chicas de sostén fácil ya cursaron la LOGSE y de la lengua del Lacio
no saben nada salvo el coitus interruptus, la felatio y el cunnilingus.) ¡Ay,
si mi abuela Patro levantara la cabeza!
miércoles, 25 de mayo de 2016
viernes, 20 de mayo de 2016
EL ESCARABAJO
La lectura de El escarabajo, de ese grandísimo
escritor que fue Manuel Mujica Laínez, la tenía pendiente desde hacía algunos
años. Leí Bomarzo en su momento y me gustaron aquellas páginas tan barrocas en
las que Manucho nos contaba la vida del aquel jorobadillo que era el duque de
Orsini en aquel e jardín espectral de monstruos. Pensaba que El escarabajo no me iba a defraudar y así ha sido: desde la primera a la
última página de las casi seiscientas que conforman la obra, fluye una corriente
eléctrica que hace que no puedas dejar el libro. ¿Cuál será el próximo poseedor
del escarabajo?; ¿ Roldán, una viuda rica norteamericana, un rey de Francia en
el exilio porteño?
He contado más de setenta y ocho afortunados
poseedores de tan codiciada joya y, con cada uno, va un retazo de vida e
historia narrado siempre por el escarabajo, la pequeña joya que Ramsés II
regaló a su mujer Nefertari. He disfrutado mucho, mucho, mucho y os lo cuento
para que lo leáis, para que disfrutéis de la gran prosa de Mujica Láinez
(Mujica y no Mújica, como el pobre don Manuel se esforzaba en repetir), para
que veáis cómo se escribe bien sin necesidad de escribir obras que entiendan
cuatro amiguetes. Para el mes que viene, junio, me leeré El unicornio y, para julio, me releeré Bomarzo: el duque de Orsini y Senén Pérez, que tanto quería la obra,
me esperan en sus jardines y no le puedo
defraudar. No sería propio de un caballero.
domingo, 8 de mayo de 2016
LAS COSAS PEQUEÑAS DE CONSTANTINO MOLINA MONTEAGUDO
Constantino
Molina Monteagudo es un poeta de Albacete que pone su mirada en las cosas
pequeñas, en los detalles que pasan inadvertidos a los que van a sus
“negocios”, en lo trivial, en lo que los que gobiernan el mundo dirían que son
futilidades, cosas sin importancia: la leche de una higuera, las ramas de un
almendro, el vino bebido en tosco vaso de alacena decorada con tiras azules de
papel. Con estas cosas, no se gana dinero; con estas trivialidades, no se llega
a ninguna parte; con estas futilidades, no seremos nunca ricos. Sin embargo,
los que cultivamos el romero y la pobreza, como el poeta de Orihuela: los que
nuestro mundo está delimitado por los mirlos y los cárabos, las palomas y las
oropéndolas, los vencejos y las golondrinas con su cuello manchado con la
sangre del Redentor; los que sentimos la presencia de un arroyo entre los
hayedos como un mundo mágico irisado de ese sol de otoño que recorre por las
tardes el valle de Valdeprado, en mi Liébana del alma, lo entendemos. Cuando se murió el poeta, se
quedaron tristes las cosas pequeñas que él cuidaba, dijo don Dámaso ya hace
años. Los poetas tenemos la obligación
de cuidar las cosas pequeñas: de las grandes se ocupan los triunfadores, los
estadistas, los políticos. No es raro que Platón nos echara de su República.
Pero no os preocupéis porque los expertos del mundo lo hacen tan mal que algún
día nos pedirán entrada en el mundo feliz de las cosas pequeñas. Entonces,
llevaremos como guía estas ramas del azar que Constantino Molina nos regala en
un libro como hacía mucho que no leía; en un libro que recoge poesía de verdad,
no la poesía sintética que parece últimamente en los premios literarios.
¡Enhorabuena, amigo Constantino, y gracias por este libro, poeta de los cosas
triviales, tan triviales que muchos no sabríamos vivir sin ellas!
Este
poema me alegró este mes de abril pasado:
DE LA
SERVIDUMBRE
El pájaro solitario
en su pequeña celda,
nunca conocerá el temblor de rama
que sostenga el encanto de su trono.
Canta,
tan orgulloso como acostumbrado,
la villanía
lunes, 2 de mayo de 2016
ÁLVARO POMBO SIN PROTOCOLOS
Grande ha sido la satisfacción que me ha proporcionado
la lectura de Álvaro Pombo en su obra poética. Ya me llevaba animando a la lectura
de sus obras mucho tiempo mi gran amigo Jesús Sanz, el sabio de los Pajarillos,
que ha leído muchas obras del santanderino. Me guardo para el verano alguna
novela de Pombo, pero, ya de entrada, deciros que su poesía es sorprendente y,
más sorprendente es aún, el que haya caído en una olvido extraño porque estamos
ante una poesía de grandísima calidad, ante unos poemas que tienen el aroma de
la poesía inglesa, de una poesía que bebe en Wallace Stevens o en Derek Walcott.
No sé por qué extrañas razones la figura de Álvaro Pombo como poeta apenas ha
tenido transcendencia en esta sociedad literaria de la caspa y del garbanzo (de
Fontiveros o de cualquier otro lugar) Para mí, que todo se debe a que Pombo es
un tanto dandy, un tanto british, con un poso de elegancia que le hace parecer
extranjero y por su firme defensa de sus muy respetables posturas frente a
muchos temas, entre ellos, el de los matrimonios homosexuales con los que no
transige aun siendo él declarado homosexual. Pombo quizás tenga la idea del
homosexual que recoge Lorca en su Oda a Walt Whitman y eso moleste a las “mafias
rosas”; o que no quiera callarse ante tanto indocumentado que quiere imponer
sus ideas de segunda mano. Y eso, en la España cateta de los poetas de las
libélulas, se paga muy caro.
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