Constantino
Molina Monteagudo es un poeta de Albacete que pone su mirada en las cosas
pequeñas, en los detalles que pasan inadvertidos a los que van a sus
“negocios”, en lo trivial, en lo que los que gobiernan el mundo dirían que son
futilidades, cosas sin importancia: la leche de una higuera, las ramas de un
almendro, el vino bebido en tosco vaso de alacena decorada con tiras azules de
papel. Con estas cosas, no se gana dinero; con estas trivialidades, no se llega
a ninguna parte; con estas futilidades, no seremos nunca ricos. Sin embargo,
los que cultivamos el romero y la pobreza, como el poeta de Orihuela: los que
nuestro mundo está delimitado por los mirlos y los cárabos, las palomas y las
oropéndolas, los vencejos y las golondrinas con su cuello manchado con la
sangre del Redentor; los que sentimos la presencia de un arroyo entre los
hayedos como un mundo mágico irisado de ese sol de otoño que recorre por las
tardes el valle de Valdeprado, en mi Liébana del alma, lo entendemos. Cuando se murió el poeta, se
quedaron tristes las cosas pequeñas que él cuidaba, dijo don Dámaso ya hace
años. Los poetas tenemos la obligación
de cuidar las cosas pequeñas: de las grandes se ocupan los triunfadores, los
estadistas, los políticos. No es raro que Platón nos echara de su República.
Pero no os preocupéis porque los expertos del mundo lo hacen tan mal que algún
día nos pedirán entrada en el mundo feliz de las cosas pequeñas. Entonces,
llevaremos como guía estas ramas del azar que Constantino Molina nos regala en
un libro como hacía mucho que no leía; en un libro que recoge poesía de verdad,
no la poesía sintética que parece últimamente en los premios literarios.
¡Enhorabuena, amigo Constantino, y gracias por este libro, poeta de los cosas
triviales, tan triviales que muchos no sabríamos vivir sin ellas!
Este
poema me alegró este mes de abril pasado:
DE LA
SERVIDUMBRE
El pájaro solitario
en su pequeña celda,
nunca conocerá el temblor de rama
que sostenga el encanto de su trono.
Canta,
tan orgulloso como acostumbrado,
la villanía
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