Hace
unos instantes que acabo de leer el libro de Ana María Matute, Los soldados lloran de noche. Confieso
que me arrastró a su lectura tan hermoso verso de Salvatore Quasimodo que la
Matute utilizó, con muy buen criterio, para el título de su novela. Y os
cuento, en primer lugar, que había leído Fiesta
al Noroeste hace ya muchos años y que entonces, menos curtido ahora que entonces,
no aprecié en su valía. No ha sido así con este último libro de la Matute y su
prosa, densa y hermosa, me ha deslumbrado y me ha abierto las ganas de leer
otros libros suyos. Al menos, de terminar la trilogía de la que éste forma
parte y leer alguno de los que escribió ya hacia el final de su vida. Pero con
Matute hay que ir despacio. Ya os contaré, pero por el momento os la recomiendo
y os dejo los versos magistrales de Quasimodo.
Né la Croce né l’infanzia bastano,
il martello del Golgota, l’angelica
memoria a schiantare la guerra.
I soldati piangono di notte
prima di morire, sono forti, cadono
ai piedi di parole imparate
sotto le armi della vita.
Numeri amanti, soldati,
anonimi scrosci di lacrime.
il martello del Golgota, l’angelica
memoria a schiantare la guerra.
I soldati piangono di notte
prima di morire, sono forti, cadono
ai piedi di parole imparate
sotto le armi della vita.
Numeri amanti, soldati,
anonimi scrosci di lacrime.
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