Resulta
que en Valladolid, al igual que en tantas ciudades de nuestra España, había un
prado comunal al que iban a pastar los bueyes, imprescindibles entonces como
hasta hace menos de cien años, como “tractores” para la agricultura. Eran los
conocidos como prados boyales y, en la cercana Laguna de Duero, tenemos uno que
ha dado nombre a una urbanización y aun barrio. Un día de días, en ese prado
comunal de Valladolid, antes del siglo XV, se construyó una ermita dedicada a
la Virgen del Prado y más tarde llegaron los Jerónimos y construyeron un
monasterio en las cercanías de ese prado y de esa ermita que, como es más que
lógico, recibió el nombre de Monasterio
del Prado ( sí, como el Museo del Prado que no es de Prado, sino del Prado pues
no es vulgarismo y sí hipercorrección el cambiar el del por el de para hacerse
los cultos). En ese monasterio, por concesión de los Reyes Católicos, se
imprimieron las Bulas de Cruzada y, por esa razón, fue conocido como Claustro
de Bulas. ( Para otro día dejamos lo de las Bulas de Cruzada). En ese Prado
comunal vallisoletano había una vega y esa vega fue bautizada como la Vega del
Prado. Sin embargo, cuando al correr de los años se construyó una urbanización,
los eruditos a la violeta la nombraron Vega de Prado porque ese “del” les
sonaba mal como les suena mal el “la de La Castellana” en Madrid sin saber que
el nombre de la ancha avenida
matritrense, que tiene la anchura de una cañada real pues cañada real era,
viene de una fuente que era conocida como La Castellana. Así estos eruditiilos
dicen : “He llegado tarde porque me ha pillado un atasco en Castellana” y le
quitan el artículo. Pero no se paran ahí, sino que, como periodistas analfabetos que son, le quitan el artículo a la India, a la China
o al Brasil que, según la gramática de la RAE, llevan su artículo como en
alemán pasa también con otros países. Mas volvamos al tema. Al correr de los
años, en la Vega del Prado, se construyó
un Instituto de Enseñanza Media que recibió ese nombre y que algún cursi, raza
abundante en Pucela, se afana en llamar “de Prado”. Que con su pan se lo coman.
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