Reconozco que pocas veces me ha
trastornado tanto una portada, pero esos caballos helados en su loca carrera me
han sobrecogido, me han llenado de espanto. Nada más verla, me fui a Google
para interesarme por lo que había ocurrido: Winnipeg, un vórtice polar, un sueco
demasiado aficionado al whiskey, un incendio y unos caballos que salen de
estampida espantados por las llamas. Sin embargo, en su fuga animal, un río les iba a impedir que continuaran huyendo; un
río y un vórtice frenaron en puro hielo su fuga. Y sus gestos ante la muerte
quedaron para todo el invierno y para la eternidad en las fotografías (maravillosas)
que les sacaron. Una de ellas es la que mi amigo Pablo Perera coloca – como siempre
con acierto-, en la portada de su nuevo libro que sin duda voy a leer. Pero,
qué queréis de que os diga, no puedo quitarme de la cabeza esas imágenes
terribles, agónicas, de esos caballos congelados; no puedo olvidar su cara de
espanto, “ de saberse morir”. Quizás el libro de Pablo me pueda redimir de ese terrible
pecado que llevo en mi ser como todo animal: el miedo a la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario