Miguel
García-Posada en su libro sobre Poeta en Nueva York, nos habla de los símbolos
lorquianos no sólo en esa obra, sino en la poesía de Lorca en general. Así, en
la página 166 y siguientes, García- Posada hace una distinción entre el valor
positivo del caballo y, en su reverso, un valor negativo. Veamos ambos:
Valor
positivo:
-
El caballo como símbolo de la
naturaleza toda. Es movimiento y fuerza. Así podría ser en la Nana del caballo de Bodas de sangre.
-
El caballo como símbolo erótico. No
podemos olvidar aquí ese caballo que, en La
casa de Bernarda Alba, golpea las
paredes de la cuadra o el caballo de Pepe el Romano que pasea con su amo y que
es el símbolo de la pasión prohibida de puertas para adentro de la casa.
Valor
negativo:
-
El caballo convertido en símbolo de la
lujuria y del pecado. Pone García Posada un ejemplo muy claro del poema Crucifixión:
Llegaban
largos alaridos por el sur de la noche seca.
Era
que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
La
luna aquí es la Diosa blanca de Graves, es la Luna-Virgen que cumple en el
poema una función terapéutica.
-
La ausencia de vida en el caballo hace
de él un heraldo de muerte que se puede convertir en símbolo de la muerte
misma. Así en el Poema doble del lago
Eden:
Y
el césped no conocía la impasible dentadura del caballo
Visto,
muy por encima, la simbología lorquina del caballo, os tengo que confesar un
secreto que cuenta el hermano del poeta, Francisco, en sus memorias sobre
Federico: que jamás supo montar a caballo ni jamás se montó en uno salvo en los
de la ferias o en el caballo del fotógrafo de la fotografía que os pongo como
ilustración de la entrada y que le sacaron a Federico cuando cumplía su primer
año. ¿Cómo se explica que siendo su padre, Federico García Rodríguez, el mejor
caballista de la Vega de Granada y siendo también buen caballista su hermano Francisco,
no montara Federico jamás en un caballo? Pues hay razones físicas para que
nunca montara y son que Federico tenía un defecto en las piernas que le impedía
andar de una manera normal y, por supuesto, montar a caballo. Su madre, doña
Vicenta, se quejaba de que, por este defecto en las piernas, a Federico le
tomaran por lo que era. Las madres tienden a ocultar a sus ojos hasta la verdad
y doña Vicenta no quería ver una realidad de Federico que, lejos de procurarle
orgullo, era para él una terrible cruz porque el amor homosexual en Lorca es
trágico per se al no tener la
posibilidad de engendrar. Quien no entienda esta tragedia de Lorca no puede
entender su obra porque Yerma es Lorca y Lorca es Yerma. Pero sobre este tema
tan delicado quiero hablaros con más detalle y con más calma. En la Oda a Walt Withman de su poeta en Nueva
York, Federico nos explica lo que era para él el mundo homosexual. Nos lo vamos
leyendo y lo vemos en unos días. Y, para profundizar en el tema del caballo
en Lorca, ahí tenemos el magnífico libro
de Maruja Vieira que lleva por título El caballo en la obra de García Lorca. No
digáis que no os pongo deberes.
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