Me gusta mucho Pereda. Hecha esta declaración de principios,
uno ya puede seguir escribiendo lo que le venga en gana porque decir lo que
acabo de decir es como salir del armario de la literatura. Ya nadie lee a
Pereda porque su modus vivendi y el
de sus personajes está demodé, pero yo disfruto enormemente con sus novelas
quizás porque este mundo actual no es mi mundo y estoy más en el mundo
perediano que en éste. En esta novela, De
tal palo, tal astilla, está Pereda en su estado más puro con ese padre ateo que “crea” un hijo ateo y
que se echa una novia de recia formación cristiana. La novela acaba mal, pero
está muy bien escrita (una cosa, que yo sepa, no impide la otra)aunque Pereda,
como diría Manolo Cambronero, barra para el convento. ¿Acaso no barren otros
para sus conventos laicos? Mi querido don José María de Pereda, ¡quién lo
hubiera conocido en las playas de nuestro Sardinero para que me hablara de ese mundo suyo que también es el mío!
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