A Manuel Llano lo tenía como
un escritor de caseta de feria regional y estaba cometiendo con él una gran
injusticia. Gracias a Sonsoles, la gran librera de Ediciones Tantín de
Santander, he recibido en casa los tres tomos de sus obras completas y os digo
que, al menos la lectura del primero, ha sido una de las grandes alegrías del
año pasado. Me gustan los dos primeros, Retablo
infantil y La braña porque en
ellos el poeta puede al folklorista y menos el muy famoso Brañaflor porque el folklorista puede con el poeta. La prosa de
Llano en los dos primeros libros y en algunas páginas de Brañaflor me recuerda
a la prosa maestra de mi Azorín y mi Gabriel Miró, al que tanto debo y al que
tanto he disfrutado. Veremos los que dan de sí los dos tomos siguientes que ya
dejaré para el 2016, pero espero que el autor de Sopeña me siga deleitando con
su prosa. Ya os contaré.
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