En un
café de la Barcelona de los años treinta, está un general de caballería
acompañado por algunos amigos. De repente, entran en el local dos hermanos y
sus acompañantes. Los dos hermanos, que son jóvenes e hijos del que había sido
Capitán General de Cataluña y dictador con el beneplácito del rey Alfonso XIII,
se dirigen hacia la mesa en la que está sentado el sexagenario general. Uno de
los hermanos, moreno y peinado con el pelo hacia atrás, sin mediar palabra,
sacude un tremendo puñetazo al mando militar que, a efectos de la agresión, cae
al suelo invocando su condición sexagenaria. Los dos grupos de enzarzan en una
pelea mientras algunos levantan al militar caído. El joven agresor, que es
alférez de caballería, perderá su grado por este ataque motivado por las
palabras injuriosas que el general agredido había vertido contra su padre. El
militar al que, algo aturdido por el puñetazo sientan en una silla, había sido
amigo del padre del oficial, pero, una vez destituido de su dictadura,
aprovechó para hacer leña del árbol caído y había arremetido contra él. Los
hermanos, dolidos por los insultos a su padre, habían ido hasta el café en
donde paraba el militar para tomarse venganza. Años más tarde, aquel general
agredido intentaría evitar el fusilamiento del alférez, pero nunca comulgó con
el partido que fundaría el joven oficial de caballería. Ambos, el alférez y el
general, están en la historia de España: son el general Queipo de Llano y José
Antonio Primo de Rivera.
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