Tomás
Ares Torres es un poeta vallisoletano, hijo de cubano que también era poeta.
Nació en 1928 y, la verdad, no sé si vive. Mi amigo Román Fraile me ha dejado
un libro suyo, Hombre en Verso, que
me ha gustado mucho. Empieza Ares quejándose de los premio allá por los ochenta
y los considera amañados y falsos. ¡Qué poco hemos evolucionado en corrupción
poética! (de la otra ni hablo)y es que, claro, en estos ochenta de movida
madrileña, cuando otros poetas que luego le dedicaron poemas a Aznar, se dedicaban
a escribir letras a los grupos que ¿cantaban? en Rock Ola, Tomás Ares se ceñía
al soneto, al verso trabajado y a los temas tradicionales. ¡Así no vamos a
ninguna parte! Ya tengo dicho en este blog que para triunfar en la poesía hay
que hablar del tamaño del pene propio (exagerándolo como es menester) y de
noches de lujuria y pecado aunque no te hayas comido una rosca en tu vida. Así
no podía usted ganar ni una etiqueta de Anís del Mono, don Tomás. Pero no se
preocupe porque los que lo leemos apreciamos su trabajo poético y su buen
hacer. De los del pene, los trepas de chepas de políticos y la lujuria fantasma
no merece la pena ni hablar.
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