En la
entrada sobre Teresa de León, veíamos cómo su hijo Alfonso la había derrotado
en la batalla de San Mamede y que esto era en el año de 1128. Al cabo de once
años, viene un hecho transcendental: la batalla de Ourique, en la que Alfonso
se enfrenta a los almorávides. Fue un 25 de junio de 1139 y las tropas de
Alfonso lo proclamaron “Rex Portucalis” por primera vez pues hasta entonces
sólo había usado el título de príncipe o infante. Pero es que además Alfonso,
al igual que Constantino en la batalla del Puente Milvio, vio cómo el propio
Cristo le anunciaba su victoria sobre los almorávides. Unos años más tarde, en
1143, mediante el tratado de Zamora, Alfonso VII de León le concede la dignidad
regia y el señorío de Astorga por lo que, curiosamente, el rey de Portugal
seguía siendo vasallo de Alfonso. Pero Alfonso no se quedó ahí y, hombre
inteligente y buen político, supo que su reino no estaría reconocido del todo
hasta que la Santa Sede no lo reconociera como tal e inició un largo proceso
diplomático que culminaría con la bula de Alejandro III, un papa culto donde
los haya habido, que lleva por título Manifestis
probatum. Con esta bula, concedida por el papa el 23 de mayo de 1479,
Portugal quedaba reconocido como reino independiente y como vasallo de la
Iglesia. Por cierto y a modo de curiosidad, decir que un restaurante de Guimarães
lleva por nombre el de la bula y que se come muy bien en él. Hay que contarlo
todo.
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