Entré el otro día en la librería
de Miguel y, tal y como hacía en mi infancia en la tienda de Juan Delgado, me
fui a mi rincón. Si, en la de Juan Delgado, mi rincón era el rincón de los
juguetes, en la de Miguel es el de la poesía. Y estando en el rincón, vino a
mis manos un libro de un poeta al que no conocía de nada: Fernando Valverde,
granadino del ochenta, profesor en Estados Unidos y poseedor de un título
impresionante: poeta más relevante en lengua española nacido después de 1970. Y
este título le había sido concedido por más de doscientos críticos de más de
cien Universidades norteamericanas, inglesas e italianas. ¡Qué bárbaro! – me
dije. Y, a renglón seguido, me fui con el libro al mostrador de Miguel, se lo pagué
y me lo llevé a mi casa. Os digo que lo abrí con una grane espectación: ¿cómo
sería ese poeta al que más de doscientos críticos lo juzgaban como el que más
relevancia tenía desde 1970. Y, siendo sincerísimo con vosotros, os diré que, desde
la primera página me hizo sangre al primer toque:
El invierno parece ser
septiembre, disfrazado de lluvia,
enemigo del mar.
También
me hirió al segundo:
Las ciudades son como los
espejos,
retratan tus defectos y
manías.
Y
este tercero del que os dejo un fragmento:
Celia
A Celia, nacida hoy
No conoces la lluvia ni los árboles,
pero ya eres un bosque.
Hoy que comienza el mundo para ti,
que se pueblan tus ojos con el mar,
que todos te reciben como en una estación
donde se espera siempre,
que es principio y asombro,
mapas que no aseguran un lugar donde ir.
Hoy que el mundo comienza,
tristeza inadvertida,
eres el tiempo limpio,
el olor a madera y el silencio,
las preguntas sin sombras
y el amor sin orgullo
del que ha perdido todo.
Es esa mi certeza,
las olas, el océano,
tu risa que es un pájaro.
Has traído el murmullo de un recuerdo,
los pies pequeños, como pequeño
es el rastro de nieve que has dejado
en las horas de enero.
La
verdad, que estoy touché por la poesía
de Fernando Valverde.
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