miércoles, 17 de mayo de 2017

EL TESTIMONIO DE YARFOZ


Para unos el Testimonio de Yarfoz es infumable; para otros, un fracaso de Ferlosio que no supo o no pudo o no quiso llegar a ser Tolkien en esa novela; para mí, una obra maestra sin discusión. Ferlosio, una  vez más, demuestra su potencia imaginativa y frente a El Jarama, obra en la que ya no con el espejo de Stendhal, sino con una cinta magnetofónica va grabando ese domingo en el río, se pone a imaginar todo un mundo rodeado de ríos, montañas, extrañas construcciones y pueblos que cuentan con una rara idiosincrasia. Ferlosio no quería escribir El señor de los anillos,  lo que quería era crear un mundo y contarnos (muy bien, por cierto)lo que había ocurrido en ese mundo. Que la obra es difícil no lo niego: he usado una fotocopia del plano que presenta el propio Ferlosio para orientarme, pero eso no le quita un ápice de interés al libro. Es una novela para “trabajársela” y es una novela para disfrutarla. El gran problema es que lo imaginativo en España nunca ha tenido predicamento y así escritores tan geniales como Cunqueiro no acabaron de gustar porque esas historia de enanos que quitan y ponen caminos y en donde Orestes vive en un ambiente de aldea gallega no se comprende: en España, tenemos que usar a cada momento el espejo de Stendhal que no voy a decir que esté mal, pero sí digo que también hay que admitir la imaginación y la fantasía. ¿Qué es Yarfoz? Pues tiene su poco de novela bizantina, su poco de la Anábasis de Alejandro Magno de Flavio Arriano, su poco de las vidas de filósofos de Diógenes Laercio y con esos pocos (que son más de los que nombro), Ferlosio prepara un guiso sensacional, -extraño para paladares envilecidos por la literatura de mal kiosko que nos asedia- , que deleita desde el principio. Yo, a Ferlosio, la única pega que pongo es que no haya escrito y más y se haya dedicado a otras “artes”. Ha sido un grandísimo escritor como lo fue su padre, Rafael Sánchez Mazas del que, con perdón de los intelectuales de izquierda, hablaré un día de estos.


Por cierto, quitaría la opinión, en la portada, de Rosa Montero porque lo que esa señora opine me la refanfinfla.

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