Si hace
unos días hablábamos del desfiladero de la Hoz, toca ahora de hablar de otra
Hoz, el collado de la Hoz que es el paso natural entre la Liébana y el valle
del Nansa. Antes de que la dinamita abriera el “esófago del mundo”, es decir,
el desfiladero de la Hermida según don Benito Pérez Galdós, los lebaniegos que
querían bajar al mar lo tenían que hacer por este collado y, una vez remontado,
llegarse hasta Puente Nansa. Bellísimo camino para el que tenga el tiempo de
hacerlo y el buen gusto de caminar por esos lugares merece a pena llegarse
desde la Liébana hasta el valle del Nansa. Después de esto que os acabo de
contar, veis que la Liébana no tenía, en el siglo XIX, más que tres accesos: el camino desde
Casavegas hasta Caloca, el puerto de San Glorio y este collado de la Hoz que es
parte de El Camino de Santo Toribio y que forma parte de los itinera
lebaniensia ( así se escribe, señor Revilla, y no itinera lebaniensis que no
concierta tal y como he repetido muchas veces en este blog). No estaría mal, si
podemos salir de casa algún día, entrar en la Liébana por sus entradas y
salidas naturales. Os lo propongo.
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