Hoy, en una mañana de junio fresca por las últimas lluvias, me he llegado has el monasterio de la Mejorada, en Calabazas, un lugar de apenas treinta y cinco vecinos en la Comunidad de Villa y Tierra de Olmedo. Cargada de historia, la Mejorada recibió la ayuda económica de don Fernando de Antequera, el que más tarde, por el Compromiso de Caspe, sería rey de Aragón y porque en ella moraron los Reyes Católicos y su nieto Carlos. Esconde la enorme belleza de su capilla del Crucifijo de un estilo mudéjar purísimo con ese trabajo en el yeso que nos hace llegarnos hasta las tierras nazaríes de Granada. ¡Cuánta belleza en este lugar castellano alejado de la carretera general de Adanero- Gijón que hoy es propiedad de Rafael Moneo, el arquitecto navarro, que ha puesto en el antiguo monasterio desamortizado por Mendizábal un bodega de ricos caldos! El monasterio fue fundado por doña María Pérez, conocida por “la Mejorada” porque había sido mejorada en su herencia en relación a sus hermanos, pero lo primero que fundó en 1330 fue una capilla. Más tarde, allá por 1390, un grupo de ermitaños se fueron a vivir alejados del mundo en tan hermoso lugar y en 1396 quisieron dar forma legal a su situación y adoptaron la Regla de San Jerónimo. Me he saltado – porque es domingo y no está uno para muchas historias-, que don Fernando puso al frente de esta hermosa iniciativa a un vecino de Olmedo que era a su vez maestre de la Orden de Santiago y que se llamó Velasco Fernández. Este ulmetense construyó una capilla funeraria para su familia que es la que conocemos como “Capilla del Crucifijo”. Poco más os puedo decir; tan sólo que por allí anduvieron los franceses haciendo de las suyas (algún día os hablaré cómo hicieron de la capilla de los Benavides su cocina y no tuvieron reparos en llenar de humo esta maravilla del arte a la que Eugenio d’Ors llamó “capilla sixtina del arte castellano”. Vendrían los gabachos con las ideas de la Revolución, pero eran más brutos que un camión cargado de zambombas. Mirad esta foto y que vuestro corazón se traslade a lo mudéjar pues mudejarillos somos como decía mi muy querido y añorado don José Jiménez Lozano.
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