viernes, 26 de octubre de 2012

LA VIEJECITA DE LA BIBLIOTECA
         Hace unos días os hablaba de una viejecita que leía en la biblioteca de Nueva York  a la que Truman Capote tuvo la suerte de conocer y tratar. También os colocaba en mi blog una fotografía. Ahora, vuelvo a poneros la fotografía y os digo algo que muchos ya sabíais: que esa mujer era la gran escritora Willa Cather. Para los que no la conocéis, tan sólo os puedo decir que la leáis, que la disfrutéis y que la gocéis. Tiene mucho escrito y de toda su obra es muy difícil deciros por qué obra empezar. Quizás os recomendaría empezar con Mi Ántonia, la vida de esa emigrante checa en el medio oeste norteamericano. En sus libros hay muchas gentes buenas, sencillas, de esas que te puedes encontrar todos los días al salir de casa. No busquéis grandes héroes. La cantante de ópera que protagoniza otra de sus grandes novelas, El canto de la alondra, llevaba siempre en su corazón, como vara de medir, la torre del agua de su pueblo y con ella medía los edificios de las ciudades que visitaba. Nunca, pese a su éxito, había olvidado quién era y de dónde venía. Hace unos días, he terminado sus cuentos y, entre ellos, me gustaría destacaros uno: El vecino Rosicky. Este relato breve es la vida de un hombre bueno, de un vir bonus quizás no dicendi peritus, pero sí diligendi peritus Para que os hagáis una idea os copio un fragmento de este cuento sensacional:
         Era como si Rosicky tuviera un don especial para amar a la gente, como quien tiene oído para la música o vista para el color. Era algo tranquilo, discreto, algo que simplemente estaba allí.
            Me gustaría tenerlo por vecino, saludarlo, encontrarlo por las calles y, una tarde de otoño,  al cabo de mucho, mucho tiempo, llevarle unas flores a ese cementerio que tanto le gustaba:
         Era un cementerio bonito, pensó Rosicky, cómodo y hogareño; ni apartado ni luctuoso, con una gran extensión a su alrededor. Un hombre podía descansar entre las hierbas altas y ver el arco completo del cielo por encima de su cabeza, oír pasar los carros y, en verano, el traqueteo de la segadora hasta la alambrada. Y estaba tan cerca de casa.
            También me gustaría ver caer la nieve desde la ventana de su casa:
         En fin, era una bonita nevada; un hermoso espectáculo ver la nieve caer tan serena y gratamente sobre el ancho campo abierto. Caía ligera, delicada y misteriosa sobre el sombrero y los hombros, sobre el lomo y las crines de los caballos, y liberaba en el aire una seca y fresca fragancia.
            Cuando uno termina de leer estos cuentos, se siente, como ocurre cuando lees a otro gran maestro, a Chejov, mejor persona. Y tenemos mucha necesidad de buenas personas en este mundo de hoy.
LA ESQUINA ROTA
         Para noviembre, Deo volente, aparecerá mi libro de poemas que lleva por título el de este blog. (O viceversa). Como adelanto, os regalo este poema del libro que ya está en primeras pruebas.

 

Calle arriba venía la luz

buscando la raíz antigua de los siglos;
abajo quedaba el molino,
la dorada aceña de la tarde,
el puente que guarda el aliento helado
de tantos inviernos.

Calle arriba el amor nos buscaba,
nos abría las puertas,
el postigo por donde entraba junio
con su respirar ardiente de amapolas.

 Nosotros recorríamos solitarios
la ciudad que soñaba primaveras en enero
y nuestro amor se acomodaba en las camillas
con el rescoldo infantil de los braseros.

Vimos que en los soportales se encendía una lágrima
para abrir un camino en la niebla
y en la noche una campana solitaria
nos descubrió la sorpresa de una habitación vacía
con el frío acampado en cada esquina,
con el dolor acuchillando los colchones.


miércoles, 24 de octubre de 2012


HISTORIA DE UN OTOÑO

         Hace pocos días, he terminado de releer Historia de un otoño de mi muy admirado José Jiménez Lozano. La leí por primera vez, hace casi diez años, entre Ávila y Medina de Rioseco. Recuerdo que la terminé sentado junto a una fuente que hay en el Arco de San Sebastián de la que fue la ciudad de los almirantes de Castilla. Entonces me gustó mucho y, en la relectura, ese gusto ha aumentado quizás. La resistencia de unas monjas contra el poder absoluto de Luis XIV es el argumento principal de esta novela, pero en ella hay numerosas reflexiones sobre el hombre, sobre el poder y sobre Dios. Don José recrea con su pluma sensible (tengo escrito por ahí que, para mí, lo más perdurable del autor de Langa es su poesía) ese otoño de tonos ocres y cielos cárdenos.  Es una novela para reflexionar, para leer despacio, para disfrutar. Que nadie acostumbrado a literatura de “pilares de la tierra” se acerque a ella porque, posiblemente, la acabe dejando. Sin embargo, el que ama la literatura de calidad, la que nos hace más humanos, ése disfrutará de momentos como este que tengo a bien copiaros en este humilde mi blog:

Llegó a Blois, una tarde de aquel otoño. Una de esas tardes, tristes y dulces, en que la naturaleza entera parece querer provocar nuestra compasión y melancolía. El sol amarillea como una enamorada y el cielo produce unos coloridos cárdenos y verdosos, sobre fondo de oro, que participan del misterio del fuego y de la carne humana. Y, por la noche, la luna, al caer sobre la mesa de trabajo o el cubrecamas, parece implorar un refugio amoroso y caliente.

        

ALBA DE GRORIA

Os copio el conocido discurso de Castelao "Alba de groria". Es de una gran belleza literaria y merce la pena que lo leáis con detenimiento y con mucho cariño a Galicia. Si alguien no lo entiende bien en gallego, puede buscar la versión en castellano en www. galiciaespallada.com

ALFONSO R. CASTELAO

DISCURSO ALBA DE GRORIA



CENTRO GALLEGO DE BUENOS AIRES

Miñas donas e meus señores:

SI NO ABRANTE d-este día poidéramos voar sobor da nosa terra e percorrela en todas direicións, asistiríamos á maravilla d-unha mañán única. Dende as planuras de Lugo, inzadas de bidueiros, té as rías de Pontevedra, oureladas de piñeraes; dende as serras nutricias do Miño o a gorxa montañosa do Sil, até a ponte de Ourense, onde se peitean as augas d-entrambos ríos; ou dende os cabos da costa brava da Cruña, onde o mar tece encaixes de Camariñas, até o curuto do monte de Santa Tegra, que vence coa súa sombra os montes de Portugal, por todas partes xurde unha alborada de groria. O día de festa comenza en Sant-Iago. A torre do reló tanxe o seu grave sino de bronce para anunciar un novo día, e de seguida comeza unha muiñeira de campás, repinicada nas torres do Obradoiro, que se comunica a todol-os campanarios da cibdade. Pero hoxe as campás de Compostela anuncian algo máis que unha festa litúrxica no interior da Catedral, con dinidades mitradas e ornamentos maravillosos, de brocados e ouros, con chirimías e botafumeiro, capaz de dar envexa á mesma Basílica de Roma. Hoxe as campás de Compostela anuncian unha festa étnica, filla, tal vez, d-un culto panteista, anterior ao cristianismo, que ten por altar a terra nai, alzada simbólicamente no Pico Sagro; por cobertura o fanal inmenso do universo; e por lámpara votiva, o sol ardente de xullo, o sol que madura o pan e o viño eucarísticos. Por eso a muiñeira de campás, iniciada en Compostela, vai rolando por toda Galiza, de val en val e de coto en coto, dende os campanarios pimpantes da veiramar até as homildes espadañas da montaña. E o badaleo rítmico das campás -de todal-as campás de Galiza en leda algarabía- semella o troupeleo dos cabalos astrales, que veñen pol-a vouta celeste, turrando co carro de Apolo, que trai luz e calor ao mundo en sombras. Hoxe é o Día de Galiza, e así comenza.

Así dá comenzo a solemnidade d-este día; a Festa maor de Galiza, a Festa de todol-os galegos. Pero ninguén pode sentila, coma nós, os emigrados, porque en tal día coma este revivien as lembranzas acuguladas, e coa moita destancia agrándase o prodixio da patria. Hoxe a nosa imaxinación anda por alá, en festa de saudades, escoitando as cántigas montañesas e mariñeiras que van para Compostela, vendo o noso país embandeirado de azul e branco, con músicas, gaitas, pandeiros, aturuxos e foguetes... E dispóis de evocar o repique matutino das campás -mal ou ben, ao xeito de Otero Pedrayo-, eu podía evocar igoalmente, todol-os lances xubilosos d-este día, hora a hora, minuto a minuto. Pero ¡cómo se tornan tristes as alegrías evocadas lonxe da patria! ¡Cómo doen as ledicias arrincadas do recordo da nosa mocedade! E cómo para min é certo o que dixo o mellor poeta da nosa estirpe:

Sen tí perpétuamente estou pasando
Nas maores alegrías, maor tristeza


Non; é moito mellor evocar algo irreal, algo puramente imaxinario, algo que co seu simbolismo nos deixe ver o pasado para proveito de futuro, como unha boa esperiencia. Podemos imaxinar, por exemplo, unha Santa Compaña de inmortaes galegos, en interminabel procesión. Alí veremos as nobres dinidades e os fortes caraiteres que dou Galiza no decorrer da súa Hestoria. Verémolos camiñar en silenzo, coa faciana en sombras e o mirar caído na terra dos seus pecados ou dos seus amores, agachando ideias tan vellas que hoxe nin tansiquera seríamos capaces de comprender, e sentimentos tan perennes que son os mesmos que agora bulen no noso corazón. Algúns verémolos revestidos con ricos panos e faiscantes armaduras; pero os máis d-eles van descalzos e nús, cos osos prateados pol-o fulgor astral.

Ao frente de todos vai Prisciliano, o heresiarca decapitado, levando a súa propia caveira n-unha arqueta de marfin e afincándose n-un longo caxato, que remata coa fouce dos druidas, a modo de báculo episcopal. Siguen a Prisciliano moitos adeptos, varóns e mulleres. Detrás veñen dous magnates, que cicáis sexan: Teodosio, o grande Emperador de Roma, e San Dámaso, o Sumo Pontífice da cristiandade, seguidos ambos por unha hoste de soldados i ecresiásticos. Ollamos dispóis unha ringleira de mortos escrarecidos, que portan os atributos da súa dinidade ou da súa profesión. Alí distinguimos á virxe Eteria, a escritora pelengrina, con túnica de branco liño e camiñando con arfado compás. Ao hestoriador Paulo Orosio, discípulo de San Agostiño, que marcha pensatibre, c-un rolo de pergameos na man. Ao bispo e cronista dos tempos suevos, a Idacio, que alumea o camiño c-unha lámpara de bronce. A San Pedro de Mezonzo, o autor da Salve Regina Mater -o cántico e oración máis fermosa da Eirexa-, c-unha fragante azucena nos beizos. Ao fundador San Rosendo, que sostén litúrxicamente a custodia do noso escudo tradicional. E moitos, e moitos máis, que é dificultoso recoñecer. Logo vemos ao primeiro Arzobispo de Compostela, o gran Xelmírez, revestido de pontificial, con aurifulxente cortexo de mitrados e coengos. Após do perlado ven Alfonso VII, o Emperador, con cetro na destra, espada na sinistra e coroa de ouro e pedraría nas sens. Siguen ao Emperador: o Conde de Traba, seu aio, e demáis bultos da soberba feudal de Galiza. Ollamos dispóis aos monxes letrados, en longa fileira, con velas acesas e libros abertos. Ven detrás o mestre Mateo, o Santo dos Croques, co Apocalipsis debaixo do brazo, encabezando unha grea de arquiteitos e imaxineiros, que portan as ferramentas das súas artes. De seguida aparece unha moitedume de xograres e trovadores, en mistura de tipos e atavíos. Algúns semellan ter sido monxes; outros calzan esporas de ouro, en sinal de que foron cabaleiros; pero os máis d-eles van esfarrapados, con vellas cítaras, laúdes e zanfoñas ao lombo. Alí recoñecemos a Bernaldo de Bonaval, a Airas Nunes, a Eanes do Cotón, a Pero da Ponte, a Pero Meogo, a Xohán de Guillalde, a Meendiño, a Xohán Airas, a Martín Codax, a Paio Gómez Charino, a Macías, a Padrón, e moitos máis, todos con lume no peito. Non tardan en aparecer as dúas belidas e infortunadas irmáns, Inés e Xohana de Castro, a que reinou en Portugal dispóis de morta e a que foi raiña de Castela n-unha soia noite morna de vran, como dúas rosas de prata as coroas do seu efímero reinado. Veñen de seguida os moitos varóns altaneiros de Galiza, os señores feudales, que non souperon vivir en paz nin consigo mesmos, todos eles montados en bestas negras, dende Andrade, o Bó, seguido por un porco montés -símbolo totémico da súa casa-, até o valente Pedro Madruga, que leva o puñal da traición espetado nas costas. Como grupo singular destácase o Mariscal Pardo de Cela, xunto cos seus compañeiros de martirio inxustamente decapitado, que sosteñen con entrambas mans as propias cabezas, aínda frescas, que deitan sangue e piden xusticia. Tamén ollamos unha boa representación do feudalismo ecresiástico, e n-él distinguimos aos tres Arzobispos Fonseca, pai, fillo e neto, seguidos por unha mula cangada coas obras de Erasmo. E detrás de tanto señorío feudal ven a pé o seu mellor cronista, Vasco da Ponte. De seguida recoñecemos a impoñente tropa dos irmandiños, que arrastran cadéas, con bisarmas e fouces mangadas en paus, levando por abandeirado a Rui Xordo, que sostén en outo un facho de palla acesa e fumeante.

Eiquí comeza a decaer a categoría do fúnebre cortexo, como decae Galiza ao trocarse en povo vencido e subordinado. Pero sigue dando individualidades, como Sarmiento de Gamboa e os Nodales, que camiñan xuntos, portando astrolabios, atlas e cunchas estranas; o filósofo escéptico, Francisco Sánchez, con muceta de Doutor; os Virreis de Nápoles e das Indias, Conde de Lemos e Conde de Monterrei, que serviron lealmente a quen non merecía ser servido por ningún galego; os tres grandes Embaixadores filipescoz, Zuñiga, de Castro e Gondomar, que inútilmente derrocharon talento, sabiduría e artes diplomáticas; os escultores Moure e Ferreiro, xunto cos arquiteitos Andrade e Casas e Nóvoa, que ceibaron de cadeas a nosa orixinalidade oprimida; o P. Sarmiento e o P. Feixóo, que remediaron o retraso cultural de España coa súa poderosa erudición e o seu xenio enciclopédico. Ven axiña Nicomedes Pastor Díaz, coa súa lira de nacra, abrindo a renascencia literaria de Galiza e seguido pol-os poetas Añón, Rosalía, Curros, Pondal, Ferreiro, Lamas, Amado Carballo, Manoel Antonio e tantos outros, todos con estrelas sobor das súas frentes; os hestoriadores Vicetto, Murguía e López Ferreiro, os patriotas Faraldo e Brañas, a pensadora Concepción Arenal, a escritora Pardo Bazán, e por fin o gran Don Ramón, ainda non ben descarnado...

Acabo de citar uns cantos bultos da Santa Compaña de inmortaes galegos, uns cantos nada máis, porque nos dous mil anos da nosa hestoria, os bultos cóntanse por milleiros.

Dí Oliveira Martíns que ha Hestoria non hai máis que mortos e que a crítica hestórica non é un debate, senón unha setencia. Pero todos sabemos que os mortos da Hestoria reviven e mandan sobor dos vivos -moitas veces desgraciadamente-, como todos sabemos que a mellor sentencia é a que se da dispóis d-un debate. Por eso eu gosto de poñer a debate a nosa Hestoria, non a nosa Tradición, porque si ben é certo que se pode compor unha grande Hestoria de Galiza con soio recoller as crónicas dos seus grandes homes, tamén é certo que ningún d-eles, nin todos xuntos, foron capaces de erguer a intransferibel automomía moral de Galiza á categoría de feito indiscutibel e garantizado. Afortunadamente, Galiza conta, para a súa eternidade, con algo máis que unha Hestoria fanada, conta c-unha Tradición de valor imponderabel, que eso é o que importa para gañar o futuro.

Cando a Santa Compaña de inmortaes galegos, que acaba de pasar por diante da nosa imaxinación, se perde espesura d-unha foresta lonxana, con esa mesma imaxinación veremos xurdir do Humos da terra-nai, da terra, da nosa terra, saturada de cinzas humáns, unha infinida moitedume de luciñas e vagalumes, que son os seres innominados que ninguén recorda xa, e que todos xuntos forman o substractum insobornabel da patria galega. Esas ánimas sen nome son as que crearon o idioma que en que eu vos estou falando, a nosa cultura, as nosas artes, os nosos usos e costumes, i en fín, o feito diferencial de Galiza. Elas son as que, en longas centurias de traballo, humanizaron o noso territorio patrio, infundíndolle a todal-as cousas que na paisaxe se amostran o seu propio esprito, co que pode dialogar o noso corazón antigo e panteita. Elas son as que gardan e custodian, no seo da terra-nai, os legados múltiples da nosa tradición, os xerms incorruptibeis, da nosa futura hestoria, as fontes enxebres e purísimas do noso xenio racial. Esa moitedume de luciñas representa o pobo, que nunca nos traicionou, a enerxía coleitiva, que nunca perece, i en fín, a espranza celta, que nunca se cansa. Esa infínda moitedume de luciñas e vagalumes representa o que nós fomos, o que nós somos e o que nós seremos sempre, sempre, sempre.

Velahí o que eu quería dicir n-este Día de Galiza, en loubor da nosa Tradición, por riba da nosa Hestoria, a todo-los galegos que residen n-esta terra que para nós é a segunda patria. E nada máis, amigos e irmáns.

Que a fogueira do esprito siga quentando as vosas vidas e que a fogueira do lume nunca deixe de quentar os vosos fogares.

 

viernes, 19 de octubre de 2012

UN ARTÍCULO QUE WERT NO HA LEÍDO

EL CATALÁN: UN VASO DE AGUA CLARA
Por José María Pemán


      .- Venir a Madrid, de cuando en cuando, es un modo de encontrar los problemas socio-políticos ya planteados ; ya en su período emocional y confuso. Es como llegar a una comedia en el segundo acto : cuando el desenlace se vislumbra cercano, y las fuerzas dramáticas presionan para que ese desenlace sea de este modo o del contrario.
En esta ocasión me encuentro - ¡otra vez !- el problema del idioma catalán revivido con ocasión de la enseñanza en las escuelas. Pienso que el primer problema del catalán como idioma es este de calificarlo como "problema". En este caso, como en otros muchos, el problema es el modo de manipular una cosa que en sí misma no lo es. El catalán, en sí, no es un problema : es una evidencia. Lo que ocurre es que las evidencias cobran fisonomía contorsionada de problema cuando son manejadas por los políticos, ¡que ésos sí son problema !.
Ahora el tema hecha chispas, porque en las Cortes, con ocasión de discutirse la Ley de Enseñanza se ha dicho que se tuviera cuidado con el catalán, que podía ser portador de virus políticos. Es otra vez la suspicacia renacida. Desde el día siguiente de la liberación de Cataluña se vio el camino que iban a emprender algunos, reincidiendo en pasados errores. Estuve en Barcelona en los primeros días. Aparecieron calles y esquinas empapeladas de tiras o rótulos inoficiales con este texto : "No hables catalán, habla la lengua del Imperio". Se iniciaba esa fórmula que había de emplearse en muchas cosas : contestar a los hechos con los vocabularios. A mí me invitaron poco después para ser mantenedor de los " Jos Florals", que iban a reanudar la vieja tradición provenzal. La invitación iba acompañada de unas notas en las que se me adelantaba que no admitirían poemas escritos en catalán. También confidencialmente se me rogaba que no hiciera la exaltación de Joan Boscán, el primer poeta catalán que , a finales del siglo XV, escribió versos en castellano. Contesté excusándome, porque vi claramente que se organizaba un acto "separatista" : que de una raya o frontera tanto puede uno separarse de un lado como de otro ; y por una ley dinámica social el tirón hacia dentro es correlativo e inseparable del empujón hacia fuera.
Estaba claro que algunos estaban dispuestos a reincidir en la viciosa distribución arbitraria de buenos y malos. Por aquellos días en el orden cultural se armó revuelo cuando D’Ors publicó una "lista de las cosas que los griegos no tenían", en la que enumeraba, al lado de las gafas o la bufanda, la confesión vocal. Ahora se redactaba la nueva lista de cosas malas con igual convencionalismo : los partidos, el parlamento, la Prensa... el idioma catalán. Clasificadas así las cosas se les aplicaban soluciones absolutistas : enmendándole la plana a Dios ; que , por ejemplo, prohíbe el adulterio, pero no prohíbe, curándose en salud, que salgan las mujeres a la calle, que las puertas tengan llavines, que los hombres se suban el cuello del abrigo, y otra porción de cosas que indudablemente facilitan la consumación del pecado. Guillotinando el enfermo se cura evidentemente su dolor de cabeza. Prohibiendo aprender a hablar el catalán, es seguro que en catalán no se dirá ninguna cosa desagradable o contraria al pensamiento del que hace la prohibición.
Para darse cuenta de que el catalán es una realidad evidente y biológica, basta observar el actual episodio. Plantean el tema restrictivamente los políticos, y le replican a coro la cultura, la antropología, el romanticismo. Se cita la Pacem in Terris, de Juan XIII, donde dice que hay que "promover el desarrollo humano de las minorías, con medidas eficaces en favor de su lengua, su cultura o sus costumbres". Se citan también parecidas consignas de la UNESCO. Está bien claro que el tema tiene raíces trascendentales muy por encima de la pura política. Es bien claro que si se anuncia un proyecto de ley económico, mercantil, financiero, acuden a opinar ; convocados o espontáneamente, las cámaras profesionales, las empresas, los sindicatos. Pero cuando lo que se plantea, como ahora, es el tema de la lengua catalana, acuden con una ensordecedora espontaneidad los ateneos, los clubs de fútbol, los catedráticos, los teatros de aficionados, las parroquias, los grandes almacenes... Está bien claro : es la "vida" en su totalidad espiritual y física la que se ha sentido convocada.
Todas estas realidades vivas se sienten dolidas al ver que como se propone cachear a los viajeros de las líneas de aviación, previendo la piratería aérea, se propongan algunos cachear al catalán por si lleva por si lleva virus escondidos. No se comprende que estamos ante hechos biológicos que se escapan de las manos. El día en que Menéndez Pelayo fue mantenedor de unos "Jocs Florals", pronunciando en catalán parte de su discurso ; y en que el poeta premiado con la "englatina de oro" era Jacinto Verdaguer, que declamó parte de su "Atlántida" ; desde ese día había un hecho irreversible, que la política no podía desconocer : porque no era de la familia de las leyes o los decretos, sino de la familia de la biología y la física como la montaña de Montserrat, el Llobregat o el Mediterráneo.
Todavía son muchos los que escriben preguntando si el catalán o el gallego son lenguas o dialectos. Creen que ésta es una jerarquía administrativa que se dictamina desde fuera. Se es lengua cuando se tiene alojada en sus palabras una gran literatura. Nadie puede votar a Curros Enríquez, Rosalía de Castro, Verdaguer, Maragall o Sagarra. Hay pueblos bilingües, eso es todo. Son muchos los catalanes que aunque hablen perfectamente el castellano piensan en catalán. No vale dar distinto valor al hecho de pensar en una lengua cuando hay dos, según el enfoque polémico del tema. En Puerto Rico, cada día más, se habla el inglés por personas que piensan en español. Le puede salir el tiro por la culata y herir la Hispanidad al que no valora en el pleito del catalán lo que es la lengua del pensamiento.
Hay que superar esa tendencia muy española a enfocar las cosas en un sentido positivo y resignado, en vez de creador y activo. Es el caso de los beatos y escrupulosos que cuando el Papa decretó el permiso de beber agua, sin límite de tiempo, antes de la Comunión, encaraban el hecho como una condescendencia melancólica a la que había llegado el Papa porque no tenía más remedio. Sin entender que el episodio tenía un valor positivo ; y lo que el Papa hacía era ensanchar las posibilidades de los comulgantes contra las dificultades y limitaciones de la antigua regla del ayuno : que es a lo que el Papa quería poner remedio. Lo que nos asombra no es que lo hiciera así, sino que durante tantos años y siglos se mantuviera esa suspicacia de impureza, frente a una criatura tan limpia y transparente como el agua.
Del mismo modo, el catalán no es un hecho que se "conlleva" o al que se resigna uno. Es un hecho, no pasivo, sino activo, que significa enriquecimiento y aumento para España. Transparente el contenido y el cristalino continente, nada hay en este tema que sea resignación o componenda. Hablar o leer o aprender el catalán es un hecho simplicísimo. Se trata de beber un vaso de agua clara.

jueves, 18 de octubre de 2012

CAMPANADES A MORT
         Lluís Llach, el célebre cantautor catalán, compuso esta obra al día siguiente de producirse lo que, en la historia contemporánea de España, se conocen como los sucesos de Vitoria: el 3 de marzo de 1976, cinco obreros perdían la vida en una brutal carga policial contra la iglesia vitoriana de San Francisco de Asís en donde se habían reunido para tener una asamblea. Pese a las recomendaciones del párroco y haciendo caso omiso del contenido del Concordato con la Santa Sede, la policía gaseó la parroquia y expulsó a los trabajadores del templo con el resultado que hemos mencionado. El mayor de los muertos tenía treinta y dos años y el más joven, diecisiete. Gente demasiado joven para morir aunque, la verdad, siempre se es joven para morir.
         Con toda razón, la indignación recorrió España y resonó en Europa. El régimen español, aún no democrático, intentaba vender, por medio de su ministro Fraga, una reforma política que avalaba el recientemente ascendido al trono, Juan Carlos I. No es rara la reacción de Llach; todo español de bien y de ley se sintió indignado por esa acción policial contra unos trabajadores que solicitaban cambios y reclamaban sus derechos.
En la letra de esta “quasi cantata” podemos leer las alusiones a la edad de los muertos:
Disset anys només
i tu tan vell;
gelós de la llum dels seus ulls,
has volgut tancar ses parpelles,
però no podràs, que tots guardem aquesta llum
i els nostres ulls seran llampecs per als teus vespres.
También se hace alusión a las tres bocas que quedaron cerradas:
Campanades a morts
per les tres boques closes,

y el mismo cantautor gerundense se abre el vientre para que en su seno reposen los muertos:
Obriu-me el ventre
pel seu repòs,
dels meus jardins
porteu les millors flors.

Per aquests homes
caveu-me fons,
i en el meu cos
hi graveu el seu nom.

Que cap oratge
desvetllí el son
d'aquells que han mort
sense tenir el cap cot.



          Todo muy hermoso, qué duda cabe, y muy justo. A mí,  en aquellos años aún en el colegio, me prestó el disco un amigo cuyo hermano mayor lo había comprado. Lo grabé en cinta en mi viejo radio - cassette Sanyo y lo escuché muchas veces. Creo que el poco catalán que sé lo aprendí escuchando a Llach y otros cantautores catalanes como Serrat o Pi de la Serra (que me gustaba menos). La música compuesta por Llach me parecía entonces una pasada: la coral Sant Jordi dirigida por el fallecido Oriol Maspons me sonaba a voces angélicas, la música de la orquesta me hacía sentir que aquello era una composición muy hermosa, muy trabajada por su autor, cercana a la música de Bach que ya me empezaba a maravillar ;  y, al final, recuerdo especialmente ese tema fugado que me encantaba.  La verdad, disfruté mucho con aquella “quasi cantata”.
         Han pasado algunos años y, durante ese tiempo, he vuelto a oír la “quasi cantata” varias veces. Poco a poco, me ha ido surgiendo una pregunta que me hago y os hago:
         ¿Por qué tantos muertos a manos de ETA no han tenido sus campanades a mort?
         ¿Por qué nadie se ha abierto el costado para  que enterraran a los muertos de Hipercor en Barcelona o los de la T4 en Madrid?
         ¿Por qué los trovadores se han olvidado de los ataúdes blancos, esos pobres niños a los que sin culpa se les dio la mort per companya?
         ¿Por qué nadie, en ningún canción, ha deseado a los de ETA, lo mismo que deseaba el cantor de Vergés en su obra?
Assassins de raons, de vides,
que mai no tingueu repòs en cap dels vostres dies
i que en la mort us persegueixin les nostres memòries.
         Nadie me responde.  Perdonadme si os he hecho pensar, pero esa era mi intención. Me queda el consuelo de pensar que los muertos, todos los muertos, cada uno de los muertos, aquellos y los que, por desgracia, los han seguido, tanto “de un bando como de otro” serán, como dice el propio Llach:
un mot
del victoriós poema.
El poema de la libertad, de la paz y de la convivencia que algún día tendremos que escribir todos.

EL MINISTRO WERT

            No sé ni me interesa en qué piensa el ministro Wert (para creert), pero en lo que seguro que no está pensando es en el daño que le va a hacer a la educación española impidiendo que los futuros alumnos puedan leer y entender en su lengua original textos tan hermosos como éste.




JENOFONTE – VISIÓN DEL MAR

Eπειδὴ δὲ βοὴ πλείων τε ἐγίγνετο καὶ ἐγγύτερον καὶ οἱ ἀεὶ ἐπιόντες ἔθεον δρόμωι ἐπὶ τοὺς ἀεὶ βοῶντας καὶ πολλῶι μείζων ἐγίγνετο ἡ βοὴ ὅσωι δὴ πλείους ἐγίγνοντο, [4.7.24] ἐδόκει δὴ μεῖζόν τι εἶναι τῶι Ξενοφῶντι, καὶ ἀναβὰς ἐφ᾽ ἵππον καὶ Λύκιον καὶ τοὺς ἱππέας ἀναλαβὼν παρεβοήθει· καὶ τάχα δὴ ἀκούουσι βοώντων τῶν στρατιωτῶν «θάλαττα θάλαττα» καὶ παρεγγυώντων. ἔνθα δὴ ἔθεον πάντες καὶ οἱ ὀπισθοφύλακες, καὶ τὰ ὑποζύγια ἠλαύνετο καὶ οἱ ἵπποι. [4.7.25] ἐπεὶ δὲ ἀφίκοντο πάντες ἐπὶ τὸ ἄκρον, ἐνταῦθα δὴ περιέβαλλον ἀλλήλους καὶ στρατηγοὺς καὶ λοχαγοὺς δακρύοντες. καὶ ἐξαπίνης ὅτου δὴ παρεγγυήσαντος οἱ στρατιῶται φέρουσι λίθους καὶ ποιοῦσι κολωνὸν μέγαν.

Cuando el griterío se hacía más grande y más cercano, que los que avanzaban ininterrumpidamente se dirigían a la carrera al encuentro de los que gritaban sin parar y que el griterío se hacía mayor a medida que aumentaba el número de gente, pareció a Jenofonte que se trataba de algo más importante. Montó a caballo y, escoltado por Licio y sus jinetes, acudió en su ayuda. Y pronto oyen a los soldados que gritan” ¡Mar, mar!”, y que lo transmiten de boca en boca. Entonces todos corrieron, incluso los de la  retaguardia. Las acémilas y los caballos eran azuzados también. Cuando todos llegaron a la cima, entonces se abrazaban los unos a los otros, estrategos y capitanes, llorando. Y de repente, sin importar quién transmitió la orden, los soldados trajeron piedras y levantaron un gran túmulo.
Traducción de Ramón Bach Pellicer (Biblioteca clásica Gredos)

miércoles, 17 de octubre de 2012

SALVADOR ESPRIU

         Tal y como están las cosas en nuestra España, suscribo verso a verso este poema de Salvador Espriu que he tenido el atrevimiento de traducir del catalán:

ENSAYO DE CÁNTICO EN EL TEMPLO

ASSAIG DE CÀNTIC EN EL TEMPLE

Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m’agradaria d’allunyar-me’n,
nord enllà,
on diuen que la gent és neta
i noble, culta, rica, lliure
desvetllada i feliç!
Aleshores, a la congregaçió, els germans dirien
desaprovant: “Com l’ocell que deixa el niu,
així l’home que se’n va del seu indret”,
mentre jo, ja ben lluny, em riuria
de la llei i de l’antiga saviesa
d’aquest meu àrid poble.
Però no he de seguir mai el meu somni
i em quedaré aquí fins a la mort.
Car sóc també molt covard i salvatge
i estimo a més amb un
desesperat dolor
aquesta meva pobra,
bruta, trista, dissortada patria.
Salvador Espriu




¡Oh, qué cansado estoy de mi
cobarde, vieja y tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme de ella,
hacia el norte,
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían
desaprobándome: “Como el pájaro que deja el nido,
así el hombre que se va de su lugar”,
mientras yo, ya bien lejos, me reiría
de la ley y de la antigua sabiduría
de este mi árido pueblo.
Pero no cumpliré jamás mi sueño
y me quedaré aquí hasta la muerte.
Pues soy también muy cobarde y salvaje
y quiero además con un
desesperado dolor
a esta mi pobre
bruta, triste, desgraciada patria.



 Gracias, Salvador, por estos versos que hago míos.

domingo, 14 de octubre de 2012

TEMBLAD, POSMODERNOS, TEMBLAD



TEMBLAD, POSMODERNOS, TEMBLAD.

            Queridos habitantes de la posmodernidad, os anuncio los que sigue:

                                   Tras haber leído, en su momento, La condición postmoderna de Lyotard, tras haber leído a Braudillard, a Vattimo, a Derrida, a Lipovetsky, a Alain Badiou, a Lacan, a Michel Foucault y, cómo no, a Gilles Deleuze, he decidido, de manera libre,  no coaccionado por nada ni nadie y en pleno uso de mis facultades mentales, empezar la lectura de Cartas a un escéptico en materia de religión de Jaime Balmes. ¿Tendré alguna vez vuestro perdón?
EL MAESTRO PLA

            Así veía el maestro Pla el otoño en su magnífico libro Las horas ( Les hores):

            Ahora, las noches son finas. A mediodía la luz tiene una dorada morbidez; por la tarde, las laderas de las colinas tocadas por el sol poniente tienen una luz de carne de melocotón; a veces, un color más acarminado de ladrillo arcilloso. Esta luz de la tarde tiene un punto de vaga melancolía. El mar parece más profundo y adquiere un color de plomo. Los vientos perdidos del verano adquieren, ahora, una dirección monótona y fija. Son de manejo más duro. la naturaleza deja de estar en mangas de camisa. la gente que tomaba el fresco al borde de la calle o en los terrados desaparece tras las puertas y ventanas. Las montañas, el mar, las calles, quedan solitarias y desiertas.

Josep Pla. Las horas. Traducción de Josep Daurella. Ediciones Destino

            Como se puede ver, no escribía tan mal mi querido maestro y señor feudal en literatura, el pagès de Mas Pla, el hombre de Llofriu, pese a que ha habido algún nacionalista catalán descerebrado (de esos que tanto abundan por estos pagos en estos días) que no lo podía ni ver y que algún "intelectual catalán" dijo que en determinadas Universidades de Cataluña no se estudiaba "porque era un escritor gastronómico". ¿Esa es la cultura sectaria y partidista que le espera a la Catalunya que huele a mongetes del señor Mas? ¿Acaso es que Pla no era un catalán de "ley" o es que para ser catalán hay que asemejarse lo más posible a alguna tertuliana (por decirle algo) de los dewáter   de la telebasura? No sigo porque esto me produce dolor, pena y asco. ¿Alguien me puede explicar que pecado cometió don Josep para no ser admitido entre los "intelectuales" que el komitern de la butifarra lacia ha decretado?  Allá ellos que se alimentan de los excrementos de la cultura, que son coprófagos literarios. Luego será el llanto y el crujir de dientes y los dentistas últimamente cobran facturas muy elevadas.

miércoles, 10 de octubre de 2012

DON ARMANDO PALACIO VALDÉS

ARMANDO PALACIO VALDÉS
         Cuando digo Palacio Valdés, digo La aldea perdida y digo adolescencia porque fue en aquella etapa, ya un tanto lejana, cuando leí esa novela ambientada en Asturias. Personajes como Firmo de Ribota se me hicieron familiares y conviven conmigo desde entonces. Además, el sentido ecologista de la novela prendió en seguida en mi amor por la naturaleza y por esos valles de Laviana. Resulta que, este verano, estando en Candás, vi que La Nueva España regalaba José, una novela de Palacio Valdés ambientada, para unos en el mismo Candás, para otros en Cudillero. Lo cierto es que su lectura me gustó mucho. Palacio Valdés era un buen novelista que retrataba muy bien los personajes y también los ambientes en este caso marineros de las villas pescadoras de Asturias. Yo os recomiendo leer algo de él, de lo poco que se puede encontrar, aunque los “intelectuales” que no saben salir de Paul Auster y de los madreñazos de Vila Matas pongan el grito en el cielo. Allá ellos con su gusto excluyente, pero, si queréis pasar un buen rato con buena literatura, os recomiendo, además de las ya citadas novelas, La novela de un novelista en la que el autor asturiano recuerda su idílica infancia allá en Laviana y en Avilés. Conoceréis personajes y paisajes y os contagiaréis de ese buen humor y ese optimismo que rezuma en la obra de Don Armando. Para mí, de todos los personajes, los más entrañables son ese profesor de latín ovetense que cultivaba unas patatas de merecida fama en las laderas de El Naranco a la manera de Cincinato, el cónsul romano, y el buen maestro que murió con toda placidez "mientras declinaba un pronombre relativo". No os perdáis esta pequeña joya literaria porque, cuando la encontréis en esa maravillosa y entrañable colección Austral y la leáis, me lo vais a agradecer, pero yo no os voy a cobrar nada. A gozar de la buena literatura que los bárbaros ya llevan muchos años por estas tierras y hay que insulis bonarum litterarum 

MÁS VERSOS DE ENRIQUE DE MESA

LOS VERSOS DE ENRIQUE DE MESA
         Otra vez hago venir hasta este blog a Enrique de Mesa porque estos versos también significan mucho en mi vida desde hace muchos años. No había domingo en que no recitara estos versos en aquel valle encantado de La Fuenfría y, en muchas ocasiones, yo también le envié a mi corazón a la sierra para que acompasara su sentir con el corazón de la tierra. Que os gusten.
Corazón, vete a la sierra;
derrotado del amor,
viste sayal de pastor
y oye el cantar de la tierra.
Corazón, vete a la sierra
y acompaña tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de las tierra.
                            Enrique de Mesa

lunes, 8 de octubre de 2012

MEMBRILLOS Y ACEROLAS




MEMBRILLOS Y ACEROLAS
Ahora que ya hemos ido a buscar los membrillos a “El pico del águila” y he comprado las acerolas en la calle Mantería, podemos decir, sin temor a equivocarnos, con la plena seguridad que da la madre naturaleza, que el otoño ya está entre nosotros. Dentro de poco, los membrillos perfumarán la habitación en la que están guardados y, también dentro de poco, con el azúcar y el cariño, se convertirán en la carne de membrillo que huele a tardes infantiles y a televisión en blanco y negro.

domingo, 7 de octubre de 2012

PASAR POR EL ARO



      No sé, pero a mí estos delfinaes pasando por el aro me recuerdan a alguien...

ENRIQUE DE MESA







El otro día os hablaba de Enrique de Mesa y citaba de memoria unos versos de este poeta madrileño y peñalaro. Como la memoria es débil - y sobre todo a ciertas edades- os copio los versos tal y como son y aparecen en su libro "El silencio de la cartuja" de 1916 y que fue premio Fastenrath de la Real Academia:

Llegó la nieve temprana
con un otoño de frío.
Hoy alumbró la mañana,
la cresta del monte cana,
más ronca la voz del río.

Estos versos me han acompañado, y me acompañan, durante muchos años y son un recuerdo de aquellas tardes de chimenea en el Albergue de la Fuenfría con tantas personas que ya se fueron por alguna alta vereda...

jueves, 4 de octubre de 2012

LA DEL MANOJO DE ROSAS


Cuando yo era pequeño y no tan pequeño, acompañaba a mi abuela Patro a la zarzuela. He seguido cultivando este pecado solitario y confieso que la zarzuela me gusta ( lo siento, intelectuales) tanto como la música de "mi Mahler", de "mi Shostakovich" o de "mi Schubert". Quizás porque no tengo que demostrar que sé de lo que sé mucho. Pero vamos al grano. En una de las escenas más famosas, Joaquín le dice a "la del manojo":

Hace tiempo que vengo al taller
y no sé a lo que vengo

¿Por qué será que a mí, ultimamente, me pasa que vengo "al taller" y no sé a lo que vengo? ¿Será la culpa de los muchos palos que nos vienen pegando a los profesores, sobre todo a los de latín, de quince años para acá? Lo dicho, que, como el señor Joaquín,  "hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo".

ESA ANCIANA QUE LEÍA EN UNA BIBLIOTECA DE NUEVA YORK




¿Conoceis a esta señora cuya foto he colocado en este humilde blog?  Os adelantaré que leía en una biblioteca pública que frecuentaba también Truman Capote y que es una de mis escritoras favoritas. Por hoy, nada más. Quedaos con la duda o con la certeza. Suum cuique.

miércoles, 3 de octubre de 2012

ESPLENDOR EN LA HIERBA

Me diréis que es un topicazo, pero es un hermoso poema para leer y leerse en una tarde de otoño en aquellos prados hermosos que hay por "mi valle" de Liébana o por Entralgo, en tierras de Laviana. Y para recordar aquela película que tantas veces hemos visto y que tantas veces nos vuelve a emocionar. A mí me recuerda a algún poema de Pessoa, en concreto al de Lidia y sus flores; también al "collige, Virgo, rosas" de nuestros latinos y a mi madre que adoraba esta película y que ya goza del esplendor en la hierba.

Esplendor en la hierba

Pues aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas,
aunque nada pueda hacer volver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo,
en aquella primera simpatía
que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre,
en los sosegados pensamientos que brotaron
del humano sufrimiento
y en la fe que mira a través de la muerte,
y en los años, que traen consigo las ideas filosóficas.
Gracias al corazón humano, por el cual vivimos,
gracias a su ternuras, a sus alegrías, y a sus temores ...
la flor más humilde, al florecer, puede inspirarme
ideas que, a menudo, se muestran demasiado profundas para las lágrimas".




William Wordsworth

lunes, 1 de octubre de 2012

EL FRÍO OTOÑAL Y ENRIQUE DE MESA

Ya nadie se acuerda de él, pero Enrique de Mesa y Rosales era un buen poeta. Yo le vengo leyendo desde mi adolescencia en la Real Sociedad de Alpinismo Peñalara. En esta mañana de frío otoñal por tierras cuellaranas, recuerdo estos versos suyos:

Hoy amaneció la mañana
en un otoño de frío;
hoy está la sierra,
con la cresta del monte cana,
más ronca la voz del río.

Lo cito de memoria, tal y como lo recitaba el inolvidable José González Folliot, "Pepín" en la chimenea del Albergue de la Fuenfría.  En sus poemas publicados hace muchos años en la Colección Austral  podéis ver la "versión original".