Érase una vez un sheriff en una pequeña población rural de
los Estados Unidos, Potts Country, cuyo nombre era Nick Corey. Este buen hombre
( por llamarle de alguna manera) es capaz de matar a su propia madre por seguir
siendo el “jefe” y, si no la mata en la novela, es porque no se le pone a tiro.
Todo, como acabamos de decir, para seguir en el cargo porque, además de sheriff
del pueblo, no sabe hacer otra cosa.
Traducido a España, un político que no sabe ser nada más que de política
porque en su vida ha hecho otra cosa y que es capaz de cualquier inmoralidad
con tal de seguir en le cargo. La novela se llama 1280 almas y su autor es Jim Thompson, un personaje que nació en
una reserva india de Oklahoma y que, además de ésta que le ha dado renombre en
la llamada novela negra, escribió El asesino dentro de mí o el guión de Senderos de gloria. Un buen narrador con
sabio manejo de los diálogos. Así termina la novela:
“O sea, Buck, que te lo voy a decir. Me puse a
pensar y pensé, pensé y luego pensé otro poco; y por fin llegué a una
conclusión: que en cuanto a saber qué hacer, no sé más que si fuera otro
piojoso ser humano”.
Pues ahí queda dicho.
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