Ramón
de Basterra era vasco, pero defendía lo español y buscaba en Roma la cultura
que salva a Vasconia de la barbarie. Ramón de Basterra era de Bilbao y amaba lo
euskaldún, pero habla de España y no se le cae la boca de vergüenza. Ramón de
Basterra tenía en aquel libro de Lázaro Carreter en el que aprendimos lengua
millones de españoles, una metáfora en la que hablaba de los montes cántabros
peregrinando por los siglos de los siglos. Ramón de Basterra tiene un estilo
cuidado y esta antología está prologada por José María de Areilza, entonces
primer alcalde franquista de Bilbao, luego fundador del Partido Popular, pero
no de éste, sino uno de los que se integraron en la UCD. Por cierto, que de ese
Areilza, alcalde falangista de Bilbao, nos hablaba José Antonio Ibáñez, aquel
profesor de Filosofía del Sagrado Corazón que no hay día que no recuerde. A
veces, Basterra me parece algo frío, pero sus poemas romanos, como si fuera un
Goethe del Botxo, son buenos y llenos de sentimiento clásico. Y es que en siendo
de Bilbao ya tenía mucho ganado. ¿O no?
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