El
verano siempre fue mi paraíso. Las calles de Marín, la playa, el cine, el vaso
de leche en el Café Real, los paseos por la Alameda con mi amigo Arturo y
tantas cosas más hacen que mi recuerdo conserve aquellos años como un cielo en
la tierra. Luego venían once largos meses en que em pasaba recordando aquellos
días. Nunca tuve mejores cumpleaños que los de Casa Campos en los que, al
final, Campos me ponía un pasodoble en aquellos cartuchos ocho pistas que ya
casi nadie se acuerda. Luego venía el regreso, el día más triste de mi vida,
con aquel semáforo eterno en Xinzo de Limia en el que me daba tiempo a leer un
cartel en la Peluquería Aguirre: OS LUNS CÓRTASE O PELO A NAVALLA. Cuando el
coche arrancaba, seguíamos alejándonos, ya de manera irreversible de Marín, de
la playa, de los amigos y un largo año se presentaba ante mí como un puerto
infranqueable, un Tourmalet de agonía. Todo este rollo viene porque he leído un
libro fantástico: El verano de mi infancia de Fulco di Verdura en el que el
autor, un siciliano de Palermo que trabajó para Chanell, nos cuenta su
infancia, ese territorio perdido y sin puente para volver a él. Fulco recuerda
las fiestas, la playa, las villas de su familia, las visitas que llegaban por
las tardes, los viajes a Europa en los que recorrían París, Viena o Budapest y,
luego, a la vuelta, el paso por Florencia o por Roma. Eso sí, tenían que estar
el día 2 de noviembre en Palermo porque ese día, el día de los muertos, era una
fiesta principal en la que los niños recibían los regalos que les traían sus
familiares fallecidos. El libro es de una factura bellísima, con un gran
sentido del humor que se mezcla con una añoranza amable de aquellos años
felices. Los libros sobre el verano, sobre el paraíso, siempre me han gustado
mucho porque las vacaciones de verano siempre me han parecido lo más parecido a
aquel jardín en el que habitaban Adán y Eva. Y por eso recuerdo un libro
maravilloso como Helena o el mar del verano de Julián
Ayesta Prendes, el gran escritor gijonés. No sigo: leed este libro de Fulco di Verdura
si queréis disfrutar con él de su infancia.
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