Mariana
Alcoforado es la monja portuguesa a la que se le atribuyen unas muy hermosas
cartas de amor dirigidas a un oficial francés que se llegó, por la guerra
contra los españoles – una de tantas-, hasta su convento en la alentejana cuidad
de Beja. Doña Carmen Martín Gaite afirma en el prólogo que toda esta historia
es uno de los engaños mejor pergeñados de la historia de la literatura
universal y, en el prólogo a estas cartas, nos da las razones con las que
mantiene este argumento. Por el contrario, la Condesa de Pardo- Bazán, siguiendo
a Luciano Cordeiro, opina que la monja existió y que las cartas son reales.
Dice la condesa que en el siglo XVII, la vida en los conventos nada tenía que
ver con la vida del siglo XIX y que, en aquellos años en los que vivía doña Mariana,
en España, existía lo que los clásicos llaman el galán de monjas cuyas
funciones no es menester explicar. En fin, que queda el misterio de si todo fue
una mentira de Gabriel de Guilleragues, un gentilhombre gascón que tuvo a bien
presentarse en un círculo de señoras con semejante patraña, o si bien la monjas
existió. Sea como fuere, ya sólo la historia de la realidad o de la falsedad de
las cartas me parece apasionante tanto monta si el amor de sor Mariana fue
real, como si el amor de la monja fue un invento ideado por el autor gabacho.
Martín Gaite dice que el original no se encontró nunca y que siempre que se
tradujo se hizo desde el francés que parece ser la lengua original de las
cartas. Según esto, doña Carmen tendría razón, pero ¡es tan bonita la tesis de
Cordeiro! Nos quedamos con la duda y, sobre todo, nos quedamos con las cartas
de esta monja portuguesa que nos han hecho disfrutar en estas tardes octobrinas
llenas de mosto y de dorados reflejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario