Hay
poetas que no vienen en los libros de texto, que no aparecen entre los grandes
poetas de un país, que no corren de boca en boca entre los intelectuales, pero
cuya lectura nos deja un poso de buena poesía. No han ganado grandes premios,
no han salido en los suplementos literarios, ni los conocen los prebostes y
gerifaltes del rollo cultural, pero su poesía, sencilla y limpia como el pan
nuestro de cada día, es un alimento de primera calidad. Este es el caso de
Francisco Javier Martín Abril, poeta vallisoletano que nos habla de su familia,
de su casa en la calle López Gómez, de
sus penas pequeñitas y de sus alegrías pequeñitas también. No busquéis lo épico
porque no lo encontraréis, mas, sin
embargo, encontraréis una épica cotidiana hermosa y pura. Me gusta este poeta
vallisoletano que escribió en El norte, ese periódico que mi abuela María traía
con los bollos de donde Jani. No lo encontraréis en los libros de literatura,
pero vive en nuestro corazón. Con eso basta.
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