En la obra Orestes de Eurípides, el héroe le
explica a Menelao que fue el mismo Febo Apolo el que le ordenó cometer el
matricidio y Menelao le dice: “¿eras hasta tal punto ignorante del bien y la
justicia?”. Frente a lo cual, Orestes sentencia: “somos esclavos de los dioses,
sean lo que sean los dioses”.
Tenemos que partir de la idea de que los
protagonistas de las tragedias no tenían libre
albedrío, es decir, no tenían libertad
de elegir entre el bien y el mal. Sin esa libertad, no podemos hablar de
“pecado” en nuestra cultura judeocristiana.
Las “faltas” entre los griegos eran de dos tipos:
a. Faltas heredada
b. Faltas cometidas
Ni en una ni en otra tipo, podemos hablar de
culpa pues el sujeto no tiene libertad.
- Faltas heredadas
El ejemplo más claro es el de Edipo que recibe
dos culpas heredadas;
a.1) La culpa de Lámbdaco frente a los juegos de
Dionisos.
a.2) La culpa de Layo que se enamoró del hijo de
Pélope, hijo de Crisipo, en cuya corte trabajaba Layo de preceptor del muchacho.
Crisipo maldice a Layo: si tuvieras un
hijo, éste te matará.
La culpa de Layo pasa a su hijo Edipo y de Edipo,
pasa a sus propios hijos pues Eteocles y Polinices mueren en lucha fratricida
en Tebas y Antígona, por oponerse a su tío Creonte en lo que se refería al
enterramiento de su hermano Polinices, es sepultada viva.
- Faltas cometidas
En el caso de Edipo es querer conocer más de lo debido. Eso le
llevará a la perdición.
El perdón de
las faltas
Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de
la experiencia tragedia
de redimir (o "soportar la purificación") al espectador de sus
propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y
al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero sin
experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia
puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir
sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no
repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico
final.
En las tragedias
clásicas, el motivo principal del infortunio es casi siempre la hybris, o el orgullo desmedido que hace a
los mortales creerse superiores a los dioses, o que no los necesitan ni les
deben honores. Dicha hybris es considerada como el más grave de los
defectos, y la causa fundamental de todos los infortunios. De este modo la tragedia también alecciona y enseña al
espectador respecto a los valores de la religión clásica. La catarsis es, pues,
el medio por el cual los espectadores pueden evitar caer en la hybris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario