Mea culpa, mea grandissima culpa, porque
no había leído nunca a Doris Lessing, de soltera Doris May Tayler, nacida en
Persia porque su padre, un oficial británico estaba allí destinado y, como en
la guerra hay tiempo para el amor, se enamoró de la enfermera que lo cuidaba y
se casó con ella. Así que Doris nació en el actual Irán, pero sus padres se
marcharon para Zimbabue y allí vivió la muchacha hasta que a los treinta años
decide irse a la tierra de sus padres. Allí se casó con Gottfried Lessing, un judío
alemán exiliado, del que tomó, como es preceptivo por aquellas tierras, su
apellido de señora casada. Doris, por sus vivencias en esos lugares, fue una
firme defensora de los derechos raciales y escribió mucho contra el
colonialismo. Sin embargo, la traigo a colación por esa maravillosa novela suya
que se titula El quinto hijo, en la
que la norma se ve destruida por el nacimiento de ese quinto hijo, Ben, que ya
desde el vientre de la madre “apuntaba maneras” de ser disruptivo. (Necesitaba
poner esta palabreja de los pedabobos). El niño se convierte en una pesadilla y
no puedo decir más, tan sólo que os leáis tan excelente novela de esta escritora
que tuvo mucha relación con Idries Sahah, un escritor paquistaní que escribió
un libro sobre mística sufí que tienen el curioso nombre de Aprender a aprender. Ahora entiendo lo
de los paquistaníes en los Institutos: ¡como que una de sus soflamas toma su
origen en un paquistaní de pura ley! Pero del paquistaní que te vi ya os
hablaré, si tengo ganas y tiempo, en otra entrada.
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