Como
filólogo que soy, amo las palabras y, en ese libro tan maravilloso que acabo de
comentar en otra entrada, Laguna de
memoria de Javier Palomar del Río, aparece la palabra huebra que es la arada que se hace en un día y de la
que cuenta Palomar del Río que solían
hacer los labradores que tuvieran animales de tiro a otros que, careciendo de recursos, no podían ellos arar,
acarrear mieses o terciar que era dar la tercera reja a las tierras una vez
barbechadas y binadas. Era pues una especie de socorro mutuo que los más”pudientes”
daban a los más necesitados en una economía de subsistencia. Pero vamos a su
etimología que es maravillosa:
Viene huebra del latín ŏpĕra que es un
doblete, es decir, una palabra que ha experimentado un resultado culto (ópera)
y un resultado patrimonial o evolucionado ( obra)
ŏpĕra
> obera (la sorda intervocálica sonoriza)> obra (pérdida de la postónica)
Pero
de esta palabra latina, si sigue el castellano en su evolución, tenemos huebra
al diptongar la o breve tónica de obra > huebra.
Es
lo mismo que opus cuya p (sorda intervocálica) sonoriza en –b- y cuya o breve
tónica diptonga en “ue” dando lugar a uebos, palabra en desuso que significa “necesidad”
y que podemos encontrar en expresiones como “uebos me es” o “uebos nos es” que
significa que tengo o tenemos la necesidad de algo. También nos queda la
expresión “por uebos”, es decir, por necesidad.
En
fin, el maravilloso mundo del lenguaje.
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