Tengo
tus Personae entre las manos, viejo canalla
amigo de Hitler y de Mussolini, ferviente antijudío, que escribiste una tesis
sobre Lope de Vega, que pasaste por Madrid, por Londres, por Italia y has
llenado las ciudades con placas recordando que ahí viviste, ahí comiste, ahí
bebiste o ahí follaste como si eso fuera de algún interés para alguien. Viejo
canalla que te moriste en Venecia y antes viviste en un castillo en los
Dolmitas en donde cultivabas tus viñedos. Luego, cabronazo, dijiste que eras
bipolar, pero en Rapallo viviste sicut
Deus saludando a lo fascista aunque algunos cuentan que, al final de tu
vida, te arrepentiste de tu antisemitismo. ¡A buenas horas, mangas verdes,
viejo canalla!
Me
joden tus fotos, con tu barbita de abuelito bueno que lleva a sus nietos al
parque a echar pan a los patos; me jode tu camisa de cuadros como la que me
pongo yo en el invierno por ver si mi poesía de mierda deviene algo decente; me
jode que el omnipresente Hemingway testificara a tu favor diciendo que estabas
majareta para evitar que tus propios compatriotas,
hartos de Coca Cola, hamburguesas y KFC, te fusilaran por traidor. Si te pasaste doce
años en un manicomio, qué le vamos a hacer. También Leopoldo María Panero le
sacó partido al manicomio de Mondragón a donde fue porque, al igual que sus
hermanos, no metabolizaba que su padre fuera un gran poeta y les jodía a todos
ellos enormemente que además fuera amigo de Franco y vosotros “rojos” de toda
la santa vida, eso sí, educados en colegios de frailes. Ese “síndrome” lo han padecido los poetas “hijos
de papa” y lo sigue padeciendo los hijos de los dirigentes franquistas que ahora
son la gauche divine y se
escandalizan y les parecen vomitivas las fotos de los capitostes del régimen a los
que sus padres se la mamaron.
Sin embargo, lo que más me jode de ti
es que, sin tus putos poemas, viejo loco
de Idaho, amigo de canallas y encanallado tú mismo, la poesía del siglo XX no
sería la misma; que traducías a “mis clásicos” divinamente y, sobre todo, lo
que más me jode, viejo canalla y emputecido, es que viviste en Venecia y todos
los días veías ponerse el sol en el Gran Canal mientras releías, con tu polla
floja, tus traducciones de poesía provenzal o de Catulo. Ya se sabe que todos
los hijos de puta tienen suerte, pero, en tu caso, tanta suerte jode mucho.
Querido Ezra Pound, fuiste un gran
poeta, cabronazo. Sin ti, no se puede entender la poesía ni del siglo XX ni del
siglo XXI porque, grandísimo hijo de puta, fuiste un poeta fundamental que
llegaste antes que nadie a donde otros ni han llegado ni van a llegar en su
putísima vida. Fuiste tan buen poeta que hay que absolver tu obra y perdonar al
pecador como hacemos con “tu “Lope, amancebado con Marta de Nevares por la
noche y oficiando misa al alba mientras se ajustaba los gregüescos con manchas
de semen.
Al final, Ezra, tengo que reconocer que
me gusta tanto tu obra como me repele tu vida, pero nadie somos perfectos y el
pecado nos tienta con sus ramos maduros.
El que esté libre de pecado que tire la
primera piedra.
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