En
mi niñez marinense, bajaba yo siempre con mi abuelo a la alameda que hoy se llama,
en Marín, de Rosalía de Castro, miña nai,
miña santiña. Allí, un buen día, un señor nos dijo que esa alameda,
preciosa pero sin un álamo, como todas las alamedas gallegas, había sido plantada
por un andaluz. Y ese andaluz es del que os quiero hablar pues no era otro que
el eximio don Ezequiel Massoni, alcalde de Marín en varias etapas y que, además
de plantar la alameda, trajo las aguas, adecentó el pueblo y trajo el alumbrado. Había
nacido don Ezequiel muy lejos de Marín, en la onubense Ayamonte y se fue para
Marín para establecerse en el negocio del salazón. En la Wikipedia gallega, viene
don Ezequiel como gallego y con todo merecimiento pues, aunque andaluz de
nacimiento, no le ganó nadie a amor por el pueblo en el que desarrolló su
negocio y en el que viven, a día de hoy, muchos de sus descendientes. Y es que,
como dice mi buen amigo Eugenio Bermúdez Silva, galego y lagunero de pro, “lo importante no es nacer en Galicia,
sino que Galicia nazca en ti”. He dicho. (No pongo dixi, en latín porque, en estos tiempos que corren, alguno pensaría
que estoy hablando del ratón Dixie, compañero inseparable de Pixie y héroe
animal de mi infancia lejana. Así ocurrió hace unos años en nuestro Congreso de
los Diputados si no mal recuerdo demostrando la cultura humanística que tienen
nuestros Patres Patriae).
No hay comentarios:
Publicar un comentario