Un
Dodge Dart 3700GT, el coche de los ministros y del jefe de mi padre, don José María
Múgica e Iza, circula por la carretera
de Adanero – Gijón camino de Madrid. En su interior viaja el Ministro –
Secretario General del Movimiento, don Fernando Herrero Tejedor, un hombre de
la Falange que no oculta sus simpatías por el Opus Dei. Venía el ministro de Palencia
en donde había inaugurado una Casa Provincial del Movimiento y ya eran cerca de
las nueve de la noche, aún de día en un 12 de junio. Cuando el Dodge 3700GT
llegó al stop para incorporarse a la N-VI, a la altura de Adanero, su
conductor, Pablo Fernández Sánchez no paró y el vehículo fue arrollado por un
camión conducido por Germán Corral Gómez. Murió el ministro, su conductor
resultó herido leve y el conductor del camión, ileso. ¿Por qué cuento esta
historia de la que nos separan casi cincuenta años? Porque surgió una “leyenda
urbana” que contaba que no había sido un accidente, sino que el camión había
colisionado adrede con el coche oficial. ¿La razón? El círculo duro de la
Falange (con el palentino Girón de Velasco a la cabeza) veía con malos ojos a
Herrero Tejedor que era cercano también al círculo del entonces príncipe don
Juan Carlos. Herrero había nombrado Vicesecretario a un joven que había
conocido en 1955 cuando había sido gobernador civil de Ávila. Aquel joven
ambicioso se llamaba Adolfo Suárez y era hijo de un procurador de los tribunales,
gallego de La Coruña y con fama de jugador y mujeriego. Había nacido Adolfo en
Cebreros en 1932 por deseo de su madre, Herminia González Prados, cuyas raíces
familiares estaban en la villa abulense, pero el matrimonio vivió siempre en la
capital. Es más, Adolfo fue novio de una hija de los propietarios de La Flor de
Castilla, una famosa pastelería abulense conocida por sus exquisitas yemas
aunque se acabó casando con Amparo Illana. Adolfo nunca fue un estudiante
modelo pues prefería las fiestas, el deporte y las cartas a la lectura de un
libro. Más tarde, ya presidente del Gobierno de España, diría que “no había
leído un libro en su vida”. La verdad, no se echó de menos esa falta “lectora”
a la hora de realizar su ingente labor de desmantelar todo el edificio del
Movimiento.
¿Sería verdad lo del camión? No lo
creo. Los accidentes son eso, accidentes, y no creo que ninguna “mano negra”
guiara el camión contra Fernando Herrero Tejedor, un hombre joven de 54 años y
con un gran futuro por delante. El destino de España, al poco tiempo, quedaría
en manos de ese ambicioso joven abulense. Lo demás ya lo sabemos.
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