“El plan de Mola era
un proyecto para crear una república autoritaria de derechas (unas líneas más
arriba, Payne nos da algunas características de esta república de Mola: separación de la Iglesia y el
Estrado; una legislación social que
beneficiaba a los trabajadores; un sistema social más restrictivo que quitaría
el derecho de voto a los analfabetos y algunas otras que sería prolijo referir
aquí) al estilo del Estado Novo de Oliveira Salazar y que nada tendría que ver
con el Tercer Reich hitleriano. Ésta era (mutatis
mutandis) – sigue Payne-, la república concebida por Mola, Franco y el
resto de líderes militares que, en sus
primeras declaraciones al comienzo de la rebelión, declaraban categóricamente “¡Viva
la República!”.
Sin embargo, como muy atinadamente
recoge Payne, durante el verano, Franco se “radicalizó” y, ya en septiembre, en
la finca de los Pérez Tabernero de Salamanca, surgía el Generalísimo y el
Caudillo, ese hombre que se agarró al poder y que ya no lo soltó hasta después
de pasados casi cuarenta años. Siempre me han llamado la atención las declaraciones
de un compañero de Franco, el general Cabanellas, que, como algunos otros
militares sublevados, era masón: “Ustedes
no saben lo que han hecho –espetó–, porque no lo conocen como yo, que lo tuve a
mis órdenes en el ejército de África, como jefe de una de las unidades de la
columna a mi mando... Si ustedes le dan
España, va a creerse que es suya, y no dejará que nadie lo sustituya en la
guerra o después de ella, hasta su muerte”.
¡Qué bien le conocía Cabanellas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario