Este libro me llevaba esperando
desde hace cinco años. Estaba el pobre en el anaquel de arriba de la biblioteca
esperando a que lo leyera y, por fin, me he decidido. Me ocurre a veces que
compro un libro con toda la ilusión del mundo y luego se entrometen otros
libros y el libro comprado con tanto deseo se va quedando en esa lista de espera.
Pero como todo llega, por fin le ha llegado su turno a Viajes con Heródoto de Ryszard Kapuscinski, el gran periodista polaco
que murió en 2007, cuatro años después de recibir el Premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades. Pero dejémonos de premios y vamos a lo
que importa, el libro olvidado en el anaquel. El periodista polaco viaja con
Heródoto por la India, por la China, por
Egipto, por Mauritania, siempre con su Heródoto en la maleta. Kapuscinsky lo
lee y lo comenta y Heródoto le hace pensar. Al terminarlo, te queda el gustillo
a buen libro como cundo bebes un buen vino. De todo lo que cuenta – que es
mucho – a mí se me ha quedado viva esa escena en la que el ejército persa está
frente al ejército escita y en ese momento pasa una liebre y los escitas se
lanzan a cazarla. Lo que ocurre nos lo cuenta el autor de Halicarnaso:
Y oyendo que
perseguían a una liebre, vuelto a aquellos con quienes solía comunicar todas
las cosas, dijo:”Verdaderamente que nos
tienen un vilísimo concepto estas hordas atrevidas, de suerte que me parece que
Gobrias atinaba con el sentido de sus dones. Puesto que ahora también yo me
conformo con su interpretación, es preciso discurrir el medio mejor para
podernos retirar de aquí con toda seguridad”.
Ya lo veis: Darío no siguió en su avance sobre Europa porque
una liebre se cruzó en su camino. Una liebre cambió el destino del mundo.
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