miércoles, 30 de abril de 2014

JESÚS CANCIO, EL BUEN POETA DE COMILLAS





                       
Estoy acabando el libro del poeta comillense Jesús Cancio que lleva por título Bruma norteña. Ya Amós de Escalante hablaba de la bruma norteña y usó ese verso José Hierro en un epígrafe de algún libro suyo que ahora, que cito de memoria, no recuerdo.  El poemario de Cancio recoge la vida en el mar de los marinos cántabros y uno, que vive en la meseta, al abrir este libro siente que le salpica el mar como decía el maestro Borges que le ocurría cuando abría la Odisea.  No soy amante de la política aunque creo que es necesaria, pero, en este país en el que vivimos que se llamaba España, sirve más para envilecer que para mejorar. Esto viene a cuento porque al pobre Jesús Cancio, que era ciego y que siendo concejal de Comillas contribuyó a que las imágenes y el templo se conservaran del afán destructivo de los “del otro bando” porque era creyente, lo desterraron a Madrid y luego Bilbao y ya nunca más pisaría el coro de Campíos o bebería de la fuente de Los Cuatro Caños. Cancio era un hombre bueno al que se calificó como “rojo peligroso” y se le encarceló. Esto no hace mejor ni peor su poesía, pero nos sigue demostrando que los españoles somos unos cainitas sin remedio. Siempre que bajo a la playa y veo la azulejos en los que está escrito PASEO DE JESÚS CANCIO, tengo un recuerdo de este buen hombre que amó a su pueblo y a su tierra cántabra y sus propios paisanos, por el pecado de haber colaborado con la República, se lo pagaron con el encarcelamiento y el destierro. Perdónanos, Padre, porque no saben lo que nos hacemos.

EL CIELO A MIS PIES






Hace unos años, en Boecillo, el Ayuntamiento tuvo la feliz idea de ofrecer ( que no ofertar) unos cursos de Chino. Y para allá fuimos unos cuanto boecillanos con ganas de enfrentarnos a tan compleja lengua. Aguantamos dos años y algo aprendimos, pero la dificultad suma de esta lengua aglutinante y no flexiva más el que ya no podía venir la profesora hizo que se abandonara esa experiencia de sinología boecillana. Ya casi no recuerdo nada, pero me quedó un gran devoción – que ya tenía en parte  antes gracias a Mahler y su Canción de la tierra – por la poesía china. Así que, cuando me enteré de que había salido un libro sobre poesía china contemporánea, no lo dudé y se lo pedí a mi buen amigo Miguel de Sandoval. Lo he terminado en estos días y es un buen libro prologado y anotado con gran celo  por un profesor catalán en la Universidad de Sidney que se llama Blas Piñero Martínez. Os copio uno que se llama Colores y que es de Wen Yiduo:

La vida es un papel blanco, sin valor.
Desde que nací, el verde me ha hecho crecer.
El rojo me ha dado la pasión.
El amarillo  me ha enseñado la lealtad.
El azul, a ir con la cabeza alta.
El rosa me ha llenado de esperanza.
El gris ceniza me ha regalado el sufrimiento.
Y para completar este dibujo lleno de colores,
el negro, encima, me traerá la muerte.
Después de lo vivido,
todavía mimo mis días a pesar de todo,
porque amo sus colores.



LA GLOIRE DE MON PÈRE








Si uno tuviera el privilegio de elegir sus vacaciones,  que en la niñez por falta de albedrío y en la madurez Por otras razones es algo casi imposible, elegiría esas maravillosas vacaciones provenzales de Marcel Pagnol cuando era un niño y acompañaba a su padre y a su tío Jules a cazar les bartavelles. Sólo el viaje, tan épico como los que hacíamos nosotros a Marín  y que duraban catorce horas largas, ya merece la pena vivirse en este maravilloso libro, primero de una tetralogía, que lleva por nombre La gloire de mon père y en el que Pagnol demostró que, además de ser un gran dramaturgo, era un gran prosista. No sé si existe traducción al castellano, pero su lectura en francés me ha reportado unos días felices cazando perdices (perdón por la rima) por los montes de Aubagne.  Merci, Monsieur Pagnol et à bientôt!


ROSARIO AL SOL







Leyendo el otro día la introducción a Mario López de Abelardo Linares, descubrí que había un poeta, al que en mi ignorancia creía inglés, que se llamaba Francis Jammes. Me fui a la Wikipedia,  con el permiso de Pérez Reverte y descubrí que era francés y que sus temas eran mis temas. Me pedí en Iberlibro Rosario al sol (postmodernos absteneos) y me encantó. No hace falta que en un libro haya tres coitos por página para que despierte el interés del reprimido lector. ¡Con los misterios del Santo Rosario se puede hacer una novela que se deja leer y de la que puedes disfrutar! Pero es que Jammes era además un buen poeta y de él os he traducido, más en concreto,  de un libro que se llama para escándalo de la modernidad L'Angélus de l'aube à l'Angélus du soir un poema que se titula La casa estaría llena de rosas:

La casa estaría llena de rosas y de avispas.
En ella se oiría, al atardecer, tocar a vísperas;
y los racimos de color de piedra transparente
parecerían dormir al sol bajo la sombra lenta.
¡Cómo te amaría yo allí! Te doy todo mi corazón
de veinticuatro años y mi espíritu burlón,
mi orgullo y mi poesía de rosas blancas;
y puesto que no te conozco, no existes.
Yo tan sólo sé que si estuvieras viva,
y que, si estuvieras como yo en la linde del prado,
nos besaríamos entre risas y entre abejas rubias,
cerca del fresco arroyuelo, bajo las hojas profundas.
Y nada más se escucharía que el calor del sol.
Tú tendrías la sombra de los avellanos en tu oído,
luego, sin cesar de reír, mezclaríamos nuestras bocas
para que nuestro amor dijera lo que no se puede decir;
y yo encontraría, en lo rojo de tus labios,
el sabor de los racimos dorados, las rosas rojas y las avispas.

Olé por el francesito!

lunes, 21 de abril de 2014

MARIO LÓPEZ Y EL GRUPO CÁNTICO



De todos es sabida mi devoción por el grupo poético cordobés Cántico al que se marginó durante muchos años (parecía que no existía tras la Guerra Civil más que Escorial y Espadaña) y que fue rescatado, al menos en algunos de sus autores, por Luis Antonio de Villena ya en los setenta aunque, a mi modo de ver, por razones poéticas y extra-poéticas en las que no me apetece entrar. Para mí, lo más importante de estos poetas es la belleza en su poesía porque como bien dice el introductor de la obra de Mario López, Abelardo Linares,  “sólo la belleza puede salvar de la muerte aquello destinado a desvanecerse”. En fin, a lo que vamos,  que me faltaba una lectura de Mario López y el ponerme a ello me ha regalado momentos de alta poesía en la que no falta – y esto lo distancia un poco del grupo – la preocupación social. Cordobés de Bujalance, poeta y pintor o pintor  y poeta que tanto monta, Mario López escribió una poesía llena de belleza al igual que la escribían sus paisanos de ese grupo que me hace soñar con la Córdoba lejana y sola de Lorca. Os dejo, como siempre, con algún poema suyo.

CON EL AIRE DULCE...

Con el aire dulce.
Con el campo triste.

¿Por qué sin llamarte
de nuevo volviste?

¿Por qué me has herido
con la amarga daga
del recuerdo antiguo...?

¿Por qué sin llamarte
te has puesto delante
de mis torres nuevas
que se me derrumban...?

¡Que se me derrumban,
amor, sin quererlo...!

¡Que se me derrumban
ante tu recuerdo...!

¡Que se me derrumban...!


LA MAESTRÍA DE THOMAS MANN



Decir que Thomas Mann escribe bien es algo absolutamente tópico y no creo que nadie nos reconozca como descubridores de un nuevo mar Mediterráneo. Pero lo que nadie nos puede quitar es el placer que procura su lectura. En esta ocasión, han sido tres cuentos (más bien nouvelles) las que leído. La primera es Señor y perro y, en ella, Mann demuestra su maestría pues el relato es “tan sólo” la relación entre un amo y su perro. Pongo comillas en tan sólo porque ahí radica la maestría del alemán: en saber elevar un asunto en principio poco prometedor a una obra maestra en la que vemos la psicología del amo por los comportamientos del perro. El segundo es Tonio Kröger del que tanto se ha hablado que todo lo que diga es redundante. Tan sólo decir que es uno de los mejores relatos que he leído nunca en mi vida lectora. El tercero, Tristán es otra obra maestra de este escritor con la que se prefigura lo que será su Montaña mágica. En definitiva, literatura de altísima calidad que produce un disfrute de clase óptima. Un delikatessen para el que aún guste de la auténtica escritura inteligente.

 

FERNANDO LILLO Y EL ARQUERO DE TROYA






       
Conocí  a Fernando Lillo en un curso en la ciudad de alcarreña de Pastrana cuando ambos éramos jóvenes profesores que empezaban en sus carreras didácticas. Aquel maravilloso curso en el que estaban ponentes de la talla de Moralejo o José Luis Vidal y que versaba sobre Virgilio nos dejó un recuerdo imborrable porque, además de los contenidos, magníficamente desarrollados por tales eminencias, dormíamos en el convento de monjas en donde Moratín escribió El sí de las niñas. Todo este rollo viene a cuento de que he releído (ya estoy en edad de releer), pero esta segunda vez en gallego, su libro Teucro, o arqueiro de Troia. Os lo recomiendo porque Fernando  nos introduce en la guerra de  Troya y, con acierto, nos va narrando las aventuras de Teucro ante las murallas de Ílion siguiendo la Ilíada y la Eneida. Luego, nos lo lleva a la Nueva Salamina con Eúne y termina fundando Helenes, mi Helenes del alma.
         Para otra entrada, os dejo el contar por qué se llegó a pensar que un troyano fundara Pontevedra.  Ya os hablaré de meine Quellen cuando éstas tengan limpias aguas porque aún están algo embarradas.  Hasta ese momento sublime para mí y para otros cuatro, leed a Fernando Lillo y no me leáis a Ruiz Zafón por mucho que hable de ángeles porque si los ángeles de Rilke eran terribles los de Zafón ni os cuento.