De todos es sabida mi devoción por el grupo poético
cordobés Cántico al que se marginó durante muchos años (parecía que no existía
tras la Guerra Civil más que Escorial y Espadaña) y que fue rescatado, al menos
en algunos de sus autores, por Luis Antonio de Villena ya en los setenta
aunque, a mi modo de ver, por razones poéticas y extra-poéticas en las que no
me apetece entrar. Para mí, lo más importante de estos poetas es la belleza en
su poesía porque como bien dice el introductor de la obra de Mario López,
Abelardo Linares, “sólo la belleza puede
salvar de la muerte aquello destinado a desvanecerse”. En fin, a lo que
vamos, que me faltaba una lectura de Mario
López y el ponerme a ello me ha regalado momentos de alta poesía en la que no
falta – y esto lo distancia un poco del grupo – la preocupación social. Cordobés
de Bujalance, poeta y pintor o pintor y
poeta que tanto monta, Mario López escribió una poesía llena de belleza al
igual que la escribían sus paisanos de ese grupo que me hace soñar con la Córdoba
lejana y sola de Lorca. Os dejo, como siempre, con algún poema suyo.
CON EL AIRE DULCE...
Con el aire dulce.
Con el campo triste.
¿Por qué sin llamarte
de nuevo volviste?
¿Por qué me has herido
con la amarga daga
del recuerdo antiguo...?
¿Por qué sin llamarte
te has puesto delante
de mis torres nuevas
que se me derrumban...?
¡Que se me derrumban,
amor, sin quererlo...!
¡Que se me derrumban
ante tu recuerdo...!
¡Que se me derrumban...!
Con el aire dulce.
Con el campo triste.
¿Por qué sin llamarte
de nuevo volviste?
¿Por qué me has herido
con la amarga daga
del recuerdo antiguo...?
¿Por qué sin llamarte
te has puesto delante
de mis torres nuevas
que se me derrumban...?
¡Que se me derrumban,
amor, sin quererlo...!
¡Que se me derrumban
ante tu recuerdo...!
¡Que se me derrumban...!
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