La anécdota es muy breve y archiconocida, pero tiene un gran encanto.
Imaginemos que estamos tranquilamente y se nos presenta el del tupé de panocha.
Con esa carita que Dios le ha dado nos dice: “Soy Donald Trump, el presidente
de EEUU”. ¿Habríamos tenido la valentía de Diógenes para plantarle cara? No sé,
no sé…
Ἀλεξάνδρου ποτὲ ἐπιστάντος αὐτῷ καὶ εἰπόντος, « Ἐγώ εἰμι Ἀλέξανδρος
ὁ μέγας βασιλεύς, » « Κἀγώ, » φησί, « Διογένης ὁ
κύων.
Estando en una ocasión Alejandro frente a él y, al decirle: “Yo soy
Alejandro, el gran rey”, le contestó: “Y yo Diógenes “el perro”.
Así se hace frente a los poderosos: con el más rotundo y perruno desprecio.
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