Aprovechando
las fiestas de San Miguel, San Gabriel y San Rafael amén de San Jerónimo que en Olmedo se celebran, nos fuimos hasta
Córdoba pasando previamente por Consuegra por mor de visitar sus famosos
molinos de viento en el Cerro del Tío Calderico. Córdoba es la ciudad de
Séneca, de Lucano, de la Mezquita, de los patios, del barrio judío, de Medina
Azahara, del salmorejo, de la mazamorra y, por no extenderme más, del grupo
Cántico, mi santo y seña poético. No es raro que en tan ilustre ciudad, después
de haber degustado un salmorejo con exquisito aceite cordobés y un rabo de toro
y de haber paseado en un coche de caballos en cuyo tiro iba una yegua baya por
nombre Bayita, el estro poético me
llegara y estando en el Patio de los Naranjos de la Mezquita empecé este soneto
que terminé en Boecillo, tan lejos de la Corduba romana. Os regalo el soneto y
me decís qué os parece.
SONETO A CÓRDOBA
Naranjos
con palmeras y cipreses
con
la torre apuntando para el cielo;
pasando
va el arcángel con su vuelo
bendiciendo
los patios cordobeses.
Si
al vuelo del arcángel tú sintieses
que levitas hacia el aire desde el suelo
con
alas que de puro terciopelo
por
regalo de los dioses tú vistieses,
no
dudes en seguir tu recorrido
besando
por el viento los rosales
que
extraños en octubre han florecido.
En
fuego se han prendido los cristales
que
el sol entre sus rayos ha bruñido
al
toque de campanas celestiales.
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