Francisco
Guerrero, el músico sevillano de la exquisita sensibilidad, el polifonista cuyo
nombre es más conocido que su música aun siendo esta de una enorme belleza, el
autor de motetes y de villanescas en las que hace uso del contrafactum y vuelve a lo
divino temas humanos y viceversa, sufrió auto de prisión en 1591. Acababa el
ilustre músico de regresar de Venecia en donde, al igual que Tomás Luis de
Victoria había publicado sus obras musicales, cuando fue detenido en su ciudad
natal por no haber podido hacer frente a los pagos de las edición. No fue
Guerrero lo que Victoria en lo referente al dinero pues, si el abulense sí se
pudo editar sus obras en la casa editorial de Gardano, el sevillano ya veis
cómo terminó. Pero es que este pobre hombre tenía la negra porque, antes de su
detención, fue hecho prisionero cuando volvía de Venecia por piratas franceses
y tuvo que ser rescatado a cambio de una muy considerable cantidad. Desconozco
si fue esta elevada suma lo que hizo que Guerrero no pudiera pagar sus deudas,
pero sí sé que acaba en la Cárcel Real de Sevilla cuando contaba ya con sesenta
y tres años, edad nada despreciable para el siglo XVI. Del ataque y posterior
captura a manos de los piratas lo cuenta el autor de Híspalis en su muy editado
El viage de Hierusalem que ha conocido hasta
treinta reimpresiones, la última no hace más de un cuarto de siglo. Guerrero
fue rescatado en esta ocasión por el Cabildo de la Catedral de Sevilla que pagó
sus deudas y terminó sus días como maestro de capilla de la catedral hispalense,
pero, también con bastante mala suerte, no por vejez, sino víctima de la epidemia
de peste que asoló Sevilla en 1599. En fin, buen músico lo era, pero la suerte
no le sonrió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario