Aunque no haya leído a Lorca, todo el mundo conoce el “verde que te quiero verde” que es tan popular que hasta en coplas ha aparecido y en canciones “pop”, rock y flamencas. Guillermo Díaz - Plaja, crítico y poeta catalán, hermano de Fernando, el conspicuo escritor de El español y los siete pecados capitales “ y toda una serie que vino después con diferentes países y los mismos pecados, recoge en su libro sobre Lorca, que publicó en 1954, a quince años tan sólo de la muerte de Federico, su teoría de que Lorca se basó, para componer su archifamoso Romance sonámbulo, en un poema de Juan Ramón Jiménez que lleva por título “El pajarito verde” y que dice así:
Verde
es la niña: tiene
verdes
ojos, pelo verde.
Su
rodilla silvestre
no
es rosa, ni blanca: es verde.
¡En
el aire verde viene!
-La
tierra se pone verde-.
Su
espumilla fulgente
no
es blanca ni azul: es verde.
¡En
el mar verde viene!
-El
cielo se pone verde-.
Mi
vida la abre siempre
una
puertecita verde.
Desde luego que no será por falta de
verdes en el poema de Juan Ramón y, sin duda, las concomitancias con el romance
lorquiano son muchas. ¿Casualidad? ¿Encuentro de dos poetas por los “alados
andamio de las flores”? ¿Lectura de un joven Lorca que le influye en su romance?
Nada más dice don Guillermo Díaz Plaja salvo hacer notar al lector un parecido
que a nadie escapa y citar otro poema juanramoniano con menor parecido, pero en
el que se repite el color de marras. No sé, pero a ver si va a ser verdad la
anécdota que se cuenta sobre Juan Ramón que, al enterarse de que Pedro Salinas
había publicado La voz ti debida, montó en cólera y dijo con
enojo: “¿Cómo que la voz a ti debida? ¡La voz a mí debida! “Y es que el
onubense tenía sus ataques de ego como todo artista que se precie.
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