La
segunda “querencia “de la historia (y de cualquier materia) es el tiempo. Todo
necesita un tiempo en la vida, pero el tiempo se nos hace cada vez más corto
porque no lo sabemos usar en condiciones. Séneca, en su De brevitate vitae, nos da la clave:
Non exiguum temporis habemus, sed
multum perdimus.
No
tenemos poco tiempo, sino que es mucho lo que perdemos.
Esa falta de tiempo para el estudio
denota un exceso de tiempo en lo que no es estudio. Dicho más claro; non
est tempus negotio quia omnia tempora est ad otium. Dicho en román
paladino: no tenemos tiempo para el trabajo porque el ocio invade y hasta ocupa
totalmente el tiempo del “negocio”. De un tiempo a esta parte, me sorprende esa
petición que suelen hacer nuestros alumnos en época de exámenes de que “les
dejemos estudiar porque en la hora siguiente tienen examen”. Bueno y blando
como soy, se lo suelo conceder, pero les hago un flaco favor pues un alumno que
“necesita ese tiempo extra” es porque no ha sabido aprovechar el tiempo que
realmente le tendría que haber dedicado al estudio. Y ¿por qué no le dedican
nuestros alumnos el tiempo necesario al estudio siendo el estudio su ocupación
y tarea principal en esos años de sus vidas? Es muy largo de responder y habría
que comenzar por ver cómo ha cambiado la sociedad en general durante estos
últimos cuarenta o cincuenta años. Voy a dar algunos apuntes.
No tengo nada contra el ocio; no soy
don “Quintín el Amargao”, personaje de sainete, pero creo que el culto al ocio
en esta sociedad nuestra es excesivo. Es más, se ha hecho del ocio una religión
y así las catedrales se han sustituido por enormes centro comerciales que,
decorados como catedrales, sirven para
proporcionar ocio como las catedrales proporcionaban espiritualidad a sus visitantes. Se han multiplicado las actividades de ocio,
los lugares de ocio, los tiempos de ocio de tal manera que un alumno, por la
tarde, después de las clases tiene un tiempo dedicado al ocio que supera con
mucho al que podíamos disfrutar nosotros en nuestros lejanos días de estudiantes.
Pero no sólo esto: las tardes de nuestro hijos están llenos de negotia ( que en algunos casos alargan
la jornada escolar de forma brutal) y que,
en muchas ocasiones, tienen, por razones
familiares, la finalidad de hacer compatibles la vida familiar y la vida
laboral (algo de lo que tanto cacarean los sindicatos); así los padres se ven casi obligados a
“colocar” al niño en algún lado mientras vuelven del trabajo cada vez más tarde porque cada
vez se necesita más dinero para vivir y para disfrutar del ocio que esta
sociedad postmoderna nos vende como fin último de la vida . En resumidas
cuentas, a nuestros alumnos, ya por un exceso de otium, ya por negotia extra escolares, “les falta tiempo”
para lo que es su principal actividad: el estudio.
La
tercera palabra de Paco es dedicación que es está, a mi modo de ver, íntimamente ligada con el
tiempo: no nos podemos dedicar a algo para lo que no tenemos tiempo. Para el
próximo día lo tratamos. ¿Vale?