Este poema es sobre uno de los paisajes de mi
alma: el valle de las Fuenfría. Hermoso lugar para escuchar a Bruckner mientras
el sol se esconde por Marichiva. Espero que os guste.
ALBERGUE DE LA FUENFRÍA
Cuando el alba de septiembre apenas
roza las copas de los pinos aquellos
que guardaban en sus troncos la luz de la tarde
y sigue hechizando el ruiseñor el paisaje
desde la femenina redondez de Navarrulaque,
recorro la calzada romana camino de la Fuenfría,
camino de Casarás y de Segovia
y queda el antiguo albergue con la lumbre
helada,
con los fantasmas que me acompañan cada noche
por la senda perdidas que olvidaron los gabarreros.
Frente a él, contemplo la cumbre tallada
por la mano del gigante que habitó estas tierras
y desde dentro me llaman angustiadas
las voces que ya no pueden habitar mi oídos.
Bebo en la fuente el secreto del bosque,
acaricio el suave bozo de la hoja del haya;
miro la luz que me espera en el puerto.
Y cuando el sol de septiembre enciende las copas
de los pinares que cubren mis recuerdos,
sigo buscando la luz que me guía
y emprendo solitario el camino
mientras a lo lejos me siguen los fantasmas
que tristes me hablan del
dolor de la muerte.
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