Me extraña que ningún periodista que haya cubierto el juicio de ese monstruo que es José Bretón haya hecho mención a esa maga y hechicera que se casó con Jasón. Eso viene a significar que nuestra cultura está ya boqueando o ya muerta del todo. Porque los griegos, con esa penetración suya magistral en el alma humana, se anticiparon en muchos siglos a este cordobés que parece que ni siente ni padece, pero que ha sido capaz del más terrible de los crímenes: el asesinato de sus propios hijos. Pero los pobres griegos ya ocupan poco espacio en nuestros planes de estudio y menos en nuestras vidas. Sin embargo ahí están con sus tragedias poniendo al descubierto lo mejor y lo peor del alma humana. Me imagino por un momento el jugoso comentario que habría escrito mi querido don Antonio Ruiz de Elvira pues el caso de ese criminal cordobés ya lo contó Eurípides en su Medea. Y, si no, veámoslo.
Jasón, hijo de Esón, rey de Yolco, fue educado por el centauro Quirón. Mientras, su tío Pelias se había apoderado del trono y había expulsado a su propio hermano. Con su mayoría de edad, Jasón fue a Yolco para reclamar el trono que le correspondía por derecho y a su tío no se le ocurrió otra cosa que, para quitárselo de encima, mandarle a buscar el vellocino de oro. Jasón consiguió el vellocino y se casó con la hija del rey Eetes que lo poseía custodiado por un dragón al que mató Jasón el héroe. La chica era un hechicera y se llamaba Medea y ya apuntó maneras cuando, huyendo con su hermano Apsirto de su propio padre, lo mató y despedazó para detener las naves paternas. Siguió apuntando maneras cuando, de regreso a Yolco para recuperar el trono, la muchacha les dijo a las hijas de Pelias que lo cocieran en un caldero para que recobrara la juventud perdida. Como es lógico, lo que consiguieron fue abrasarlo vivo. Me diréis que qué tiene esto que ver con el tal Bretón, pero es que aún no hemos llegado al final de la historia pues Jasón y Medea se fueron a Corinto en donde vivieron felices por espacio de diez años. Claro que la vida tarde o temprano se acaba complicando y Jasón se enamoró y se marchó con Glauce, una jovencita con la que se había casado Jasón tras repudiar a la hija de Eetes. Pues bien, Medea, para hacer el máximo daño posible a Jasón mató a los dos hijos, Mérmero y Feres, que habían tenido ambos en su matrimonio. Eso es lo que el juez ha dicho en su sentencia sobre Bretón: que este asesino había matado a sus propios hijos para hacerle el mayor daño posible a su mujer. Bretón quizás no haya leído nunca a Eurípides, pero los que sí lo hemos hecho nos damos cuenta de que ni siquiera se las puede dar de original en su crimen. Esta hechicera, que en la versión de Séneca dice que le gustaría tener más hijos para matarlos y así hacerle más daño aún a Jasón, se le adelantó veinticinco siglos en tan terrible acción. ¡Qué bien conocían los griegos la mente humana! Luego, no digamos que no nos lo habían avisado con tiempo.
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