Pues
resulta que este Javier de Arco ganó el premio San Juan de la Cruz y, este año,
ha ganado el José Zorrilla en su primera convocatoria . Mi amigo Carlos Aganzo
le pone muy bien y, en el prólogo de Luis María Ansón, el académico y traidor a
ABC, lo pone como un fenómeno. Llevado por tan doctas voces, me he acercado a su libro premiado, Las
horas sumergidas, y me ha parecido
interesante aunque se hable en la página 37 de libélulas que parece que están
de moda en la poesía actual española. Tomo nota e incluiré alguna libélula en
mis próximos poemas con razón o sin ella. En fin, os dejo este poema como os
digo siempre para endosaros algún poeta que he leído.
Un día
árido y triste.
Descalzos
los recuerdos,
los vencejos
entonan
su
letánico son:
ceremonia
del viento,
del pudor
con que salgo
a contar
la leyenda de los vivos.
Y mi voz
y mis ecos
no son distintos.
Sólo
más
sonoros, más límpidos,
porque el
aceite que los va cubriendo
sostiene
el rumor
de los pasos que me alejan de ti.
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