Que Manuel Cambronero es un
culto librero es algo bien sabido por los vallisoletanos aficionados a la
lectura y que una visita a Margen equivale a una clase de Literatura Universal
es algo que tenemos la suerte de disfrutar sus amigos cada vez que nos llegamos
hasta la librería de la calle Enrique IV. El otro día, con motivo de haberle
encargado Enrique el verde, de
Keller, me dio una de estas clases magistrales de saber literario y me
recomendó a Adalbert Stifter del que, mea culpa, no sabía nada. Me recomendó
sabiamente empezar por las obras breves que ha tenido el buen gusto de editar Nórdica
y me llevé para casa a Abdías, una nouvelle
un tanto oscura en su “mensaje”. Es la historia de un judío, Abdías, trasunto
de Job. Ambos aguantan y soportan un dolor irracional, un dolor sin culpa pues
Job sufre por una apuesta entre Yavé y el diablo y Abdías sufre siendo una
buena y piadosa persona. Sin embargo, Job, al final de la prueba a la que el
demonio le somete con el beneplácito de Dios, ve multiplicados sus bienes, pero
Abdías no tiene un final feliz. Privado de su hija que había recuperado la
vista por un rayo y que por otro rayo muere, Abdías la sobrevive otros treinta
años con su triste destino, pero, eso sí, sigue siendo un judío piadoso. Repito
que el tema me parece algo retorcido u sobre todo quita la esperanza y pone en
duda la misericordia y la providencia de Dios. No sé, de verdad, qué nos quiere
decir Stiften, hombre ilustrado y , por tanto, seguidor de la razón que, como
bien ve Goya, en ocasiones produce monstruos. Entre el pobre Abdías callado
ante las desgracias y Job que ante el infortunio se encara con Yavé hasta que
éste le “convence” de que nada sabe el hombre sobre la providencia divina, (acordaos
de cuando Yavé le dice que dónde estaba él cuando estaba creando el mundo y poniendo
límites a los mares) me quedo con este último. Quizás por simple familiaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario