Otra
vez estoy a vueltas con Lêdo Ivo, ese gran poeta brasileño que se nos fue en
Sevilla – hay que ser poeta hasta para elegir el sitio para morir- en diciembre
de 2012. Había venido a España con su hijo Gonzalo y la muerte lo sorprendió en
las calles sevillanas, entre el olor a azahar de los naranjos. Como Ivo fue poeta hasta su muerte, nos dejó
este libro póstumo, Relámpago, que
es, y perdón por el chiste malo, con toda seguridad, su último libro. Pero en
él, Lêdo Ivo nos deja su perfume, sus poemas que tienen un marchamo de calidad
de poesía y de preocupación por el otro que sufre. Ya hemos hablado del poema
aquel de los pobres en la estación de autobús y de tantos poemas en que Ivo se
marchaba, como el Papa Francisco, hasta las periferias del mundo para
encontrarse con los desheredados, con los parias. Gran poeta este brasileño del
que hace una cuidada edición Martín López-Vega, poeta también él mismo, tanto
en castellano como en bable, y nacido en la bella localidad de Poo de Llanes.
Para mí, su lectura resultó fundamental. Por eso os lo recomiendo como lectura
para estas vacaciones de Semana Santa y os dejo este poema de su libro Aurora:
Soneto
de las estrellas
SENTADO en la letrina del hotel Ritz
pienso en los pobres y en los desvalidos.
Qué cruel es el mundo, dividido
entre quienes nada tienen y quienes tienen todo.
Fulgor de cinco estrellas -y la mortecina
vida de mierda sin ninguna estrella.
Duele en mí el misterio de la injusticia,
herida que nunca cicatriza.
Imagino una aurora repentina,
la ruidosa descarga de agua pura
que restaura la blancura en las letrinas.
Que florezca en el mundo un alborada
-hormiguero de luz, nube bermeja-
y corrija la injusticia de las estrellas.
SENTADO en la letrina del hotel Ritz
pienso en los pobres y en los desvalidos.
Qué cruel es el mundo, dividido
entre quienes nada tienen y quienes tienen todo.
Fulgor de cinco estrellas -y la mortecina
vida de mierda sin ninguna estrella.
Duele en mí el misterio de la injusticia,
herida que nunca cicatriza.
Imagino una aurora repentina,
la ruidosa descarga de agua pura
que restaura la blancura en las letrinas.
Que florezca en el mundo un alborada
-hormiguero de luz, nube bermeja-
y corrija la injusticia de las estrellas.
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