No había oído Rienzi porque, llevado por prejuicios que el
propio Wagner me había transmitido al no incluirla en el canon de Bayreuth, sin
embargo, tras una amena conversación en el vallisoletano Lion d’Or con mi amigo
y compañero Francisco Hernández Ovejero, sabio historiador y gran melómano, me
he dedicado a su audición en estos días de este ferragosto boecillano. La obra trata del tribuno del pueblo Cola di
Rienzi y de su lucha heroica contra los nobles. Mas no quiero contaros el
argumento, sino detenerme en algunos aspectos del libreto. Lo primero, decir
que Rienzi es una historia de amor, de amor entre Irene y Adriano y de Rienzi
por Roma. Cuando sn hermana le dice que él nunca ha amado (du hast ja nie geliebt), Rienzi le dice que Roma se llama su novia
( Roma heisst meine Braurt!). Rienzi
también es una ópera de perdón, del perdón de Rienzi a los nobles que lo habrán
de volver a combatir aprovechándose de esta “debilidad”. Rienzi es un luchador por el pueblo de Roma,
pero, al igual que Eneas, cuando llega el momento de lanzarse al combate, tiene
una razón que le hace ejercer su justicia: él venga a su hermano al que los
nobles romanos mataron. ( Weh dem, der
ein verwandtes Blut zu rächen hat!) es decir, ¡Pobre de aquél que ha
derramado la sangre de mi familia!.
Hay en Rienzi un momento de gloria en
el que el pueblo lo quiere nombrar König,
pero Rienzi, como Cristo, no lo acepta porque Frei wolt’ich euch haben!, porque ¡Libre os quiero! les dice el
tribuno con acentos de Agustín García Calvo. Sin embargo, ese mismo pueblo,
voluble como bien los describiera Shakesperae en su Julio César, que lo quiere coronar se pone en contra de él manejado
por los nobles y hasta la propia Iglesia se vuelve contra el que había sido su
aliado. Rienzi ora al comienzo del acto quinto (Allmägcht’ger vater, blick herab, abaja tu mirada, padre
todopoderoso) Hör mich im Staube zu dir
flehn! ( ¡Óyeme suplicante desde el polvo!). El final es hermoso, de
película de Cecil B. de Mille y entre las dudas de Adriano que regresa junto a
su novia y junto a Rienzi, se nos quedan grabadas las hermosas palabras del
tribuno:
So lang die ewigwe Stadt
nicht soll vergehn,
sollt ihr Rienzi widerkehenren sehn!
Mientras que no muera la ciudad eterna
veréis a Rienzi regresar de nuevo.
Amén.
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