En nuestra Cantabria, también hay historias tristes
y ésta que nos cuenta Enrique Menéndez Pelayo, - sí, habéis leído bien, Ernesto
y no Marcelino- es la de una golondrina que no volvió a La Montaña por la
primavera y que se quedó por las tierras del Sur. Retrata muy bien el hermano
de don Marcelino los tipos cántabros: el hidalgo, Rosuca, el médico; y retrata
también muy bien el amor, la espera y el dolor de ese hidalgo montañés. A lo
largo de la novelita, vamos sabiendo por los otros personajes y por las cartas
cómo es la gaviota gaditana y vemos que el hermano de don Marcelino era un buen
escritor que tuvo la mala suerte de ser hermano de quien lo fue. Pero Enrique
se lo tomó con calma y le ordenaba los libros en la biblioteca y, a ratos
libres, escribía novelas cortas de tan buena calidad y factura como La gaviota
y escribía poemas que, cuando los lea, os los comentaré. Merece que Enrique
salga del halo de sombra de don Marcelino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario