Manuel Mujica Láinez no deja de
sorprenderme con su maravillosa literatura. Llevo todo este año con sus libros
y cada libro me gusta más y me parece de un escritor fastuoso, tan encantador (
en el sentido etimológico del término) como “mi” Cunqueiro. En este mes, le ha
tocado a Cecil en el que el autor bonaerense
nos cuenta una parte de su vida. Pero digo mal, no es Mujica el que cuenta su
vida sino que es su perro, Cecil, el que cuenta la vida del escritor. Y, vista
la vida de Manucho por su querido perro, ésta se nos revela como algo mágico,
extraño, maravilloso porque el perro, desde su mundo, analiza el mundo férico
de Mujica y consigue unos resultados en los que, con ese humor tan propio de
las personas inteligentes como el argentino, no dejan de sorprendernos. Gran
libro que, fijaos que cosas, me ha llevado a un fantástico disco de arias
renacentista de la gran Victoria de los Ángeles. Más se aprende leyendo a mi
Manucho del alma que viendo Telecinco.
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