Desde muy pequeño había oído
hablar de Pequeñeces y pensaba que
era un libro al estilo de Mujercitas,
es decir, la vida de unos escolares en algún colegio jesuítico como, por
ejemplo, el del Recuerdo en mi Chamartín. Siguiendo aquella sabia conseja de Vicente
Cristóbal López, profesor mío en la Facultad, cuando nos decía que la mejor
manera de conocer un libro era leerlo, me puse a su lectura para saber cómo era el
libro y me llevé una sorpresa porque el libro que arranca efectivamente en el
Recuerdo, sigue por un camino muy distinto, pues lo que hace el Padre Coloma es relatar con un estilo realista lo
podrido de la alta “suciedad” madrileña. Currita, marquesa de Albornoz, vive en
Saraos, tiene un pobre marido retrasado o más bien cortico de luces y deja a sus
hijos “abandonados” en los colegios de la Compañía. Una cita de Shakespeare abre el libro: Something is rotten on the kingdom of
Denmark. Pereda, ese señorito de Córdoba que escribía como los
ángeles, decía que para la homilía no hacía falta un libro. Puede ser, pero sí
que es verdad que el libro está muy bien escrito y que tiene momentos de muy
buena literatura. Sin embargo, adolece de un defecto que es común a los libros
escritos por entregas: alargan demasiado la acción para publicar durante el
tiempo pactado por el periódico. Pero los personajes de la Restauración están
tan bien retratados que uno no se sorprende de que en España estemos como
estamos porque de aquellos polvos vienen
estos lodos y de aquellas mimbres tenemos estos cuévanos. Amén.
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